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GUERRA ESPIRITUAL<br />
Poder espiritual bueno y malo<br />
comisión de liberar el territorio tomado por el enemigo como<br />
Fuerzas Aliadas durante la Segunda Guerra Mundial. Solía<br />
pensar que sólo eran los misioneros de ultramar los que<br />
enfrentaban al enemigo directamente. Más tarde veremos<br />
cómo es que cada creyente obediente está involucrado en esta<br />
guerra.<br />
La autoridad espiritual detrás<br />
de la Comisión<br />
Tal invasión del territorio enemigo no se lleva a cabo en una<br />
iniciativa de persona a persona. Se realiza bajo el mando de<br />
aquél que tiene la autoridad final en el Reino de Dios. Por esto<br />
es que Jesús inició su Gran Comisión a la Iglesia con las<br />
palabras, "Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra"<br />
(Mateo 28: 18). Es debido a que Él tiene tal autoridad, que nos<br />
puede comisionar para entrar en esta batalla. Y Pablo deja en<br />
claro que la primera batalla es en contra de las fuerzas<br />
espirituales, y no en contra de las humanas (Efesios 6: 12). Las<br />
dimensiones humanas siempre están involucradas, pero es<br />
nuestro encuentro con las fuerzas espirituales lo que determina<br />
quién gana en una determinada escaramuza espiritual. La<br />
razón por la cual muchas iglesias ven a tan pocos prisioneros<br />
liberados es que están luchando contra el enemigo equivocado,<br />
o están peleando con las armas equivocadas.<br />
Este es uno de los engaños de algunos que se unen a la<br />
Teología de la Liberación. Dicen que las estructuras sociales<br />
y políticas son demoníacas, pero luego proponen que la<br />
manera de acabar con ellas es con una acción social, política<br />
e incluso militar. Si en realidad estas estructuras son demoníacas,<br />
serán derrotadas con armas espirituales, no con las<br />
armas del mundo. De hecho, algunas estructuras necesitan<br />
cambiar, pero las estructuras buenas no hacen que las personas<br />
malas se vuelvan buenas, aunque las personas buenas<br />
pueden redimir incluso las estructuras malas. Entonces,<br />
las consideraciones más básicas no son las de cambiar las<br />
estructuras, sino el poner a las personas en contacto con el<br />
poder que los capacite para que se pongan por encima de<br />
cualquier circunstancia. La Iglesia en la China Comunista es<br />
un buen ejemplo de esto. Sin derrocar a un sistema político<br />
opresivo, uno de los movimientos de avivamiento más grande<br />
de la historia ha tenido lugar, existe una poderosa Iglesia a<br />
pesar del sistema.<br />
Esto no quiere decir que no debemos trabajar por el<br />
establecimiento de la justicia. Sino para decir que las fuerzas<br />
demoníacas, ya sea que estén en un sistema (y las personas<br />
que operan el sistema) como el gobierno de la China Comunista,<br />
o aquellas que nos atacan personalmente, deben ser<br />
vencidas con el poder que proviene de Dios, no con las armas<br />
de la carne o del mundo.<br />
El poder de Dios, entonces, es algo esencial para la<br />
victoria en esta guerra. En realidad no existe ninguna otra<br />
fuente de poder para el creyente. No existe ninguna fuerza ni<br />
en nosotros ni de nosotros. Cuando Dios vive y trabaja a<br />
través nuestro, tenemos el poder de acabar con todos los<br />
ataques del enemigo. Su poder es bueno y no es algo a lo que<br />
se le debe temer o rehuir.<br />
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