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GUERRA ESPIRITUAL<br />
La analogía del policía<br />
Alguien podría preguntar, ¿Pero qué pasa con pasajes como<br />
el de Judas, el cual nos dice que incluso Miguel "...no se<br />
atrevió a proferirjuicio de maldición contra él (Satanás), sino<br />
que dijo: El Señor te reprenda" (v.9)? El contexto aquí es el<br />
problema de los hombres quienes "...rechazan la autoridad y<br />
blasfeman de las potestades superiores" (v. 8). Ellos ya han<br />
rechazado la idea de vivir bajo la autoridad de Dios y están<br />
actuando en su supuesta autoridad propia. Eso verdaderamente<br />
es una tontería. No hay ninguna base para que un ser<br />
humano asuma una posición de autoridad basándose en su<br />
propia identidad.<br />
Sin embargo, si actúo como el agente de aquel que tiene<br />
todo el poder y que por lo tanto tiene el derecho para autorizar<br />
a otros para que actúen en su nombre y se basen en su poder,<br />
tenemos una situación completamente diferente. John Mac<br />
Millan en su libro titulado La autoridad del creyente,2 utiliza<br />
la figura de un policía para ilustrar esta relación. Si un hombre<br />
viene a mi puerta y me dice que le gustaría revisar mi casa, es<br />
probable que le responda: "¿Y quién es usted?" Si se identifica<br />
co~o un ~ec.ino cualquiera, no sentiré obligación alguna<br />
para dejarlo SIqUIera entrar en mi casa.<br />
Pero si ese mismo hombre viene a mi puerta vestido con<br />
uniforme de policía y me enseña una placa y una orden de<br />
~ateo.' la ~~al yo pienso que es válida, no le pediré una<br />
IdentlficaclOn personal. Yo me relacionaré con él basándome<br />
en s~ relac~ón a la autori?ad del estado. En su identidad propia<br />
no tIene nmguna autondad para pedir revisar mi casa. Sin<br />
embargo, como representante del gobierno tiene todo el derecho<br />
de hacerlo.<br />
. O, para ponerlo de otra manera, si un policía ha sido<br />
~sIgnado a dirigir el tráfico en un cruce muy transitado, no<br />
tlene po~er para detener los camiones y otros vehículos que<br />
se aproXImen al cruce; se necesitaría un objeto físico muy<br />
grande para detenerlos cuando se acerquen al lugar donde se<br />
Autoridad espiritual<br />
encuentra. Pero su autoridad delegada, sin embargo, le da el<br />
derecho de elevar su mano y tocar su silbato para controlar el<br />
flujo de tráfico.<br />
La autoridad es un poder delegado. Cuando suponemos<br />
que el derecho para ejercer autoridad reside en nosotros de<br />
una manera personal, estamos en problemas. Nadie es competente<br />
para ejercer autoridad hasta que haya aprendido primero<br />
a vivir bajo autoridad. Toda la autoridad fluye de Dios.<br />
Por esto es que Santiago dice: "Someteos, pues, a Dios;<br />
resistid al diablo, y huirá de vosotros" (4:7).<br />
Otro factor importante es que no importa si el policía tiene<br />
una semana de haber salido de la academia de policía o si es<br />
un veterano con veinte años de servicio. La placa tiene la<br />
misma autoridad. Por eso es que los setenta de Lucas 10<br />
podían echar demonios aun cuando era su primera experiencia<br />
en el ministerio. El veterano con veinte años de experiencia<br />
puede tener mucha más sabiduría y habilidad en el uso de<br />
la autoridad, y está más capacitado para que le asignen casos<br />
difíciles, pero la autoridad es la misma.<br />
Siempre habrá peligros con el posible mal uso del concepto<br />
de autoridad. Como ya lo hemos mencionado, una persona<br />
puede llegar a creer que la autoridad de hecho reside en sí<br />
mismo. Así que, al tratar con los demonios es importante que<br />
comprendamos claramente que operamos con una autoridad<br />
delegada.<br />
Otro problema con el uso de la autoridad es que fácilmente<br />
se degenera en el uso de una fórmula. Algunas personas<br />
parecen pensar que si tan sólo dicen las palabras correctas al<br />
utilizar el nombre de Jesús, tienen garantizado el éxito. Sin<br />
embargo, las Escrituras lo dejan bien claro, la autoridad no<br />
reside en decir las palabras correctas, ni siquiera en utilizar el<br />
nombre de Jesús. La experiencia de los siete hijos de Esceva<br />
lo deja completamente claro. Cuando intentaron utilizar el<br />
nombre de Jesús como habían escuchado que Pablo lo utilizaba,<br />
descubrieron que la autoridad no residía en una fórmula<br />
mágica, ni siquiera en el nombre de Jesús. El poder sólo<br />
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