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GUERRA ESPIRITUAL<br />
Ataques en el área espiritual<br />
En el campo donde trabajaban habían estado teniendo<br />
estudios bíblicos para niños, y los hijos del médico brujo de<br />
la localidad estaban asistiendo. Habían sido aconsejados por<br />
su padre para que interrumpieran la clase, y finalmente el<br />
misionero les tuvo que prohibir que vinieran. Como resultado<br />
el médico brujo vino y puso una maldición en la familia del<br />
misionero. Los misioneros lo habían visto en la calle llevando<br />
a cabo sus encantamientos, pero supusieron que no podían<br />
hacerles daño ya que eran cristianos.<br />
Sin embargo, al mirar hacia atrás empezaron a tomar en<br />
serio las maldiciones. Renunciaron a ellas en el nombre de<br />
Jesús y ordenaron a cualquier demonio que llevaba a cabo la<br />
maldición que fuera a la cruz a presentar sus reclamos. La<br />
rebelión de los niños desapareció de inmediato, y la familia<br />
pudo volver al campo, con sus hijos participando activamente<br />
en el ministerio junto con sus padres. 3<br />
Ataques basados en<br />
el pecado personal<br />
La causa de los ataques del enemigo puede ser el pecado<br />
personal que uno ha intentado encubrir. Desafortunadamente<br />
nuestras iglesias, a menudo, no han animado a la honestidad<br />
cuando se trata de cierta clase de pecado. Más bien, se nos<br />
enseña, por medio del ejemplo de otros, a utilizar una máscara<br />
cuando venimos a la iglesia, una máscara que dice: "Todo en<br />
mi vida está bien". Detrás de la máscara puede haber una<br />
persona que está desesperadamente lastimada. Pero jugamos<br />
nuestro juego, donde la regla básica es: "Si no me quitas mi<br />
máscara, no te quitaré la tuya".<br />
El pecado que probablemente causa más daño que cualquier<br />
otro es la falta de perdón y todas las actitudes que lo<br />
rodean. Por ejemplo, una pareja misionera tuvo que volver a<br />
casa porque el esposo se deprimió tanto que sencillamente no<br />
podía trabajar. Dos años de tratamiento siquiátrico no produjeron<br />
ninguna mejoría.<br />
Cuando vinieron a mi amigo buscando consejo, al principio<br />
la esposa tuvo que hablar todo el tiempo. El Señ~r ~izo<br />
que el consejero llegara a la conclusión de que el resentnmento<br />
estaba involucrado. Aunque inicialmente esto fue firmemente<br />
negado, el misionero fue enviado a casa para que<br />
hiciese una lista de cualquier persona contra la cual tenía<br />
resentimiento. Al siguiente día volvió con una larga lista.<br />
Trabajaron con ella persona por persona y él estuvo de acuerdo<br />
en dar seguimiento a cualquier situación que necesitara<br />
una confesión personal y reconciliación. En ese momento los<br />
demonios detrás del problema surgieron y fueron echados<br />
fuera, y el misionero expresó una profunda paz.<br />
Al regresar la pareja al día siguiente, obviamente él era<br />
una persona diferente. En vez de ant~cipar un retiro.obligatorio<br />
en los Estados Unidos, estaban lIstos para contmuar con<br />
su ministerio en el campo, un paso que han tomado subsecuentemente.<br />
El tomar la decisión de no perdonar es permitir que<br />
alguien más, que no es el Señor, controle nuestra vida. Es<br />
elegir ser una víctima cuando Cristo quiere liberarnos. También<br />
es darle pie al enemigo para que pueda colocar una base<br />
de guerrilla desde la cual puede operar dentro de nuestras<br />
vidas (Efesios 4:26, 27).<br />
El perdón es una elección que tomamos basándonos en<br />
las claras enseñanzas de las Escrituras de que debemos perdonar<br />
desde lo profundo de nuestro corazón (Mateo 6: 14, 15;<br />
18:35; Efesios 4:32) y con la lógica que la amargura por la<br />
falta de perdón hace mucho más daño al que guarda la<br />
amargura que a la persona a la que se rehusa perdonar.<br />
Uno de los mayores problemas que la mayoría de las<br />
personas tienen con el perdón es aquello que tiene que ver con<br />
el dolor.<br />
No podemos pretender que el dolor no exis~~. Sí existe, y<br />
no desaparecerá con sólo desearlo. La elecclOn que te~emos<br />
es si vamos a continuar permitiendo que ese dolor SIga<br />
controlando nuestra vida. El perdón dice: "Aceptaré el do!or<br />
como parte del precio del perdón, y confiaré en que el Senor<br />
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