obras-completas-de-sigmund-freud-volumen-xxi
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enteramos <strong>de</strong> cuan mal olor solía <strong>de</strong>spedir la persona <strong>de</strong>l<br />
ROÍ Soleil,* y meneamos la cabeza cuando en Isola Bella ^<br />
nos muestran la diminuta jofaina <strong>de</strong> que se servía Napoleón<br />
para su aseo matinal. Más aún: no nos sorpren<strong>de</strong> que alguien<br />
presente directamente al uso <strong>de</strong>l jabón como medida<br />
<strong>de</strong> cultura. Algo parecido ocurre con el or<strong>de</strong>n, que, como la<br />
limpieza, está enteramente referido a la obra <strong>de</strong>l hombre.<br />
Pero mientras que no tenemos <strong>de</strong>recho a esperar limpieza en<br />
la naturaleza, el or<strong>de</strong>n más bien ha sido espiado y copiado<br />
<strong>de</strong> ella; la observación <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s regularida<strong>de</strong>s astronómicas<br />
no sólo ha proporcionado al ser humano el arquetipo<br />
<strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n, sino los primeros puntos <strong>de</strong> apoyo para introducirlo<br />
en su vida. El or<strong>de</strong>n es una suerte <strong>de</strong> compulsión<br />
<strong>de</strong> repetición que, una vez instituida, <strong>de</strong>ci<strong>de</strong> cuándo, dón<strong>de</strong><br />
y cómo algo <strong>de</strong>be ser hecho, ahorrando así vacilación y<br />
dudas en todos los casos idénticos. Es imposible <strong>de</strong>sconocer<br />
los beneficios <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n; posibilita al ser humano el mejor<br />
aprovechamiento <strong>de</strong>l espacio y el tiempo, al par que preserva<br />
sus fuerzas psíquicas. Se tendría <strong>de</strong>recho a esperar<br />
que se hubiera establecido <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el comienzo y sin compulsión<br />
en el obrar humano, y es lícito asombrarse <strong>de</strong> que<br />
en modo alguno haya sido así; en efecto, el hombre posee<br />
más bien una inclinación natural al <strong>de</strong>scuido, a la falta <strong>de</strong><br />
regularidad y <strong>de</strong> puntualidad en su trabajo, y <strong>de</strong>be ser<br />
educado empeñosamente para imitar los arquetipos celestes.<br />
Es notorio que belleza, limpieza y or<strong>de</strong>n ocupan un lugar<br />
particular entre los requisitos <strong>de</strong> la cultura. Nadie afirmará<br />
que poseen igual importancia vital que el dominio sobre las<br />
fuerzas naturales y otros factores que aún habremos <strong>de</strong><br />
consi<strong>de</strong>rar; no obstante, nadie los relegará a un segundo<br />
plano como cosas accesorias. Ahora bien, que la cultura no<br />
está concebida únicamente pata lo útil lo muestra ya el<br />
ejemplo <strong>de</strong> la belleza, que no queremos echar <strong>de</strong> menos<br />
entre los intereses <strong>de</strong> aquella. La utilidad <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n es evi<strong>de</strong>ntísima;<br />
en cuanto a la limpieza, tengamos en cuenta que<br />
también la requiere la higiene, y po<strong>de</strong>mos conjeturar que<br />
su relación con ella no era <strong>de</strong>l todo <strong>de</strong>sconocida ni siquiera<br />
en épocas anteriores a la profilaxis científica. Sin embargo,<br />
la utilidad no explica totalmente el afán; algo más ha <strong>de</strong><br />
estar en juego.<br />
^<br />
Pero en ningún otro rasgo creemos distinguir mejor la<br />
cultura que en la estima y el cuidado dispensados a las<br />
activida<strong>de</strong>s psíquicas superiores, las tareas intelectuales,<br />
* {El Rey Sol, Luis XIV <strong>de</strong> Francia.}<br />
^s [Célebre isla <strong>de</strong>l Lago Maggicre, visitada por Napoleón pocos<br />
días antes <strong>de</strong> la batalla <strong>de</strong> Marengo,]<br />
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