VE-04 JULIO/AGOSTO 2014

–Sí _contestó sonriendo.
–Acompáñeme por favor.
Recorrieron tres preciosos pasillos decorados con flores y telas beiges
hasta llegar al fondo del pasillo, que se abría en abanico mostrando un hall
espectacular recubierto de piedras y enredaderas, prácticamente igual que
antaño. La escena era maravillosa aunque se tratara de un simulacro del
día de la boda. Cuando recorrió gran parte del lugar, se paró en seco y miró
fijamente a una esquina donde descansaban dos sillas rodeando a una
pequeña mesa con un pequeño florero sencillo centrando la escena. Varios
minutos después, otra voz femenina lo volvió a sacar de sí mismo.
–Veo que el tiempo no pasa igual para todos.
Se giró y abrió sus ojos al completo. Quiso hablar pero no pudo.
–Siempre fui muy ingeniosa, pero tanto como para dejarte sin voz, lo
dudo.
–Nuria...
–Sí, solía llamarme así, y tal y como te has quedado mirando aquel
rincón, veo que no es lo único que recuerdas bien.
Él sonrió levemente.
–Cómo olvidarlo, fue la mejor noche de mi vida.
–Siempre tan exagerado.
Ambos se miraron y callaron. Él rompió el silencio.
–¿Tienes tiempo para dar una vuelta por este lugar? No te enseñaré
nada nuevo pero, creo que la conversación será mucho más interesante
que cualquier vista.
Una vez en el exterior, tenían varias opciones para caminar, pero los
dos giraron inconscientemente para el mismo y ni siquiera se dieron
cuenta. Recorrieron los primeros metros mirando alrededor sin hablarse,
sin mirarse, sin sentirse. Cuando subieron un pequeño tramo pedregoso,
ella se detuvo y se apoyó en una pequeña baranda.
–¿Cómo es posible que no haya sabido nada de ti en 25 años?
–Me enteré de tu embarazo.
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