de copas wine bar matt wilson de MOVI Después de cumplir un lustro como Movimiento de Viñateros Independientes, hoy esta asociación de pequeños productores, que ha levantado la bandera de los vinos a escala humana, se consolida como modelo asociativo, tanto en términos comerciales como de comunicación. Hoy sus vinos representan alrededor del 0,05% de las ventas chilenas en el exterior, pero su aporte a la construcción de una imagen más cercana y diversa de la vitivinicultura nacional ha sido inconmensurable. EDUARDO BRETHAUER R. 32 ▼ Vitis Magazine l marzo/abril 2014
K MOVI’s im Marcus, el crítico de Wine Spectator, se despide uno a uno de los enólogos colchagüinos, luego de una concurrida y amena cata en la elegante bodega Clos Apalta. Detrás de una camioneta, rápidamente se cambia de ropa. Mucho más ligero, vistiendo unos relajados pantalones cortos y sandalias, parte rumbo al sur a reunirse con el Movimiento de Viñateros Independientes (MOVI), ante la mirada de preocupación de algunos representantes de Wines of Chile, quienes se preguntan dónde dormirá este hombre que, con la despótica escala de 100 puntos, puede levantar o dejar caer a los vinos chilenos. Estas dos realidades, estos dos Chiles, como los desmembró el británico Neal Martin, ya han convivido durante cinco años, desde que un grupo de 12 pequeños productores, la mayoría de ellos enólogos, decidiera fundar su propio movimiento, alejándose lo más posible de lo que ellos llamaron una “industria cómoda, despersonalizada y tecnologizada”. Esta declaración de principios, o derechamente de guerra, levantó una polvareda infernal que aún está lejos de disiparse. No sólo molestó al establishment vitivinícola por gritar a los mil vientos una sentencia que muchos murmuraban o discutían en privado –los trapos sucios se lavan en casa, es una de nuestras máximas–, sino además sacudió a un sector monolítico y orgulloso de haber fundido, después de muchos años, las asociaciones de Vinos de Chile y Chilevid. Si bien los outsiders siempre convocan la simpatía de las masas, al interior de la industria, como nos empeñamos en seguir nombrándola, sólo despertaron suspicacias. Los dirigentes de MOVI estaban en una encrucijada: se alineaban con Vinos de Chile o profundizaban en sus diferencias. “En un primer momento, es verdad, quisimos distinguirnos de la industria para poder darnos a conocer. Eso fue durante los dos primeros años. Muchos se molestaron porque no usábamos pantalones caqui y camisa celeste”, se ríe Felipe García, director de MOVI y propietario de García Schwaderer. after-hour party After five years, Movimiento de Viñateros Independientes - MOVI (Chile’s Movement for Independent Vintners), the association of small producers that raised the flag of winemaking on a human scale is consolidating the model of associativity, both in commercial and communication terms. Today, their wines account for 0.05% of Chilean sales abroad; yet, their contribution to building a closer and more diverse image for local winemaker has been immeasurable. Kim Marcus, Wine Spectator critic, bids farewell to one of the winemakers from Colchagua after a lively and interesting wine tasting at Clos Apalta’s elegant winery. He jumps into the back of a truck and swiftly changes clothes. In more comfortable attire –shorts and sandals– he takes off to meet with Movimiento de Viñateros Independientes (MOVI), leaving behind a few concerned representatives of Wines of Chile who are wondering where ‘the man of the despotic 100-point scale that can cause Chilean wines to thrive or die’ will spend the night. These two realities, these two Chiles, as the British Neal Martin called them, have co-existed for 5 years, since a group of 12 small producers, most of them winemakers, decided to start their own movement, as far as possible from what they called a “slack, depersonalized, and technologized industry.” This declaration of principles, or I should say war, caused so much turmoil that it still lasts. Not only did MOVI irritate the winemaking establishment when it dared to shout from the rooftops something many people would only mutter or discuss in private –you don’t air your dirty laundry in public, that’s one of our mottos–, but it also shook the monolithic, proud sector that so long ago merged Wines of Chile and Chilevid. Although outsiders always win the sympathies of the masses, inside the industry as we insist on calling it, they only awakened suspicion. MOVI leaders were at a crossroads: Either they aligned with Wines of Chile or Vitis Magazine l marzo/abril 2014 l 33