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―Diablos, sí, nena. Los vendedores de coches no saben dónde trazar la<br />

línea.<br />

―Ella ya tiene un coche.<br />

―Un Ford. Ese es el peor enemigo de un Toyota. El padre de Marcie no<br />

será feliz hasta que el pueblo entero este conduciendo un Toyota...<br />

Salí de mis pensamientos. ¿Y si no hubiera sido la venta de su coche ¿Y si<br />

hubieran estado teniendo una aventura<br />

¿Dónde iba yo a ir ahora ¿A casa<br />

La granja ya no se sentía como mi casa. Ya no me sentía a salvo y segura<br />

allí. Me sentía atrapada dentro de una caja de mentiras. Mis padres me habían<br />

vendido una historia de amor, unión, y la familia. Pero si Marcie estaba<br />

diciendo la verdad -y mi mayor temor era que sí- mi familia era una broma.<br />

Una gran mentira que nunca había visto siquiera venir. ¿No debería haberme<br />

dado cuenta antes en vez de negar lo evidente Pero había elegido la negación<br />

sobre la dolorosa verdad.<br />

Ese fue mi castigo por haber sido tan confiada con los demás. Este fue mi<br />

castigo por mirar por el bien de las personas.<br />

Por mucho que odiara en estos momentos a Patch, no podría dejar de<br />

envidiar su desprendimiento hacia los demás. No importaba lo bajo que cayera<br />

la gente, él siempre lo veía venir. Él endureció su carácter, se hizo mundano, y<br />

la gente le respetaba por ello.<br />

Ellos le respetaban, y me mintieron.<br />

Me incorporé en el banco y marqué el número de mi madre en mi móvil.<br />

Yo no sabía que le diría cuando ella respondiera, había dejado que mi ira y la<br />

traición me guiaran. Mientras que su teléfono sonaba, lágrimas ardientes<br />

cayeron por mis mejillas. Mi barbilla temblaba, y cada músculo de mi cuerpo<br />

estaba enojado, el rencor asaltaba mi mente. Me imaginaba gritándole a ella,<br />

cortarle el teléfono cuando quisiera comenzar a defenderse con mentiras. Y si<br />

lloraba... yo no lo sentiría. Ella se merecía sentir hasta la última gota de dolor<br />

que sus decisiones habían ocasionado. Saltó su correo de voz, y necesite de todo<br />

mi autocontrol para no arrojar el teléfono en la oscuridad.<br />

Decidí llamar a Vee.<br />

―Oye, nena. ¿Es esto importante Estoy con Rixon.<br />

―Me voy de casa―, le dije, restándole importancia a que mi voz sonara<br />

gruesa de llorar― ¿Puedo quedarme en tu casa por un tiempo ¿Hasta que<br />

decida donde ir<br />

La respiración de Vee llenó mi oído<br />

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