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Vee y yo pasamos el día dando vueltas, recogiendo las solicitudes de<br />

empleo desde el local de comida rápida, y eran casi las seis y media cuando<br />

llegué a casa. Dejé las llaves en el aparador y fui a chequear la contestadora<br />

automática. Había uno de mi mamá. Ella estaba en el supermercado Michaud<br />

comprando el pan de ajo, lasaña, y vino barato, y juró en su tumba que le<br />

ganaría a la Parnells a la casa.<br />

Eliminé el mensaje y me subí a mi dormitorio. Como no había podido<br />

ducharme en la mañana, y mi cabello se había rizado hasta la altura máxima<br />

durante el día, pensé que había que cambiarme de ropa a modo de control de<br />

daños. Cada recuerdo único que yo tenía de Scott Parnell era desagradable,<br />

pero la compañía era la compañía. Ya tenía mi chaqueta desabrochada hasta la<br />

mitad cuando se produjo un golpe en la puerta principal.<br />

Fui a encontrar a Patch al otro lado de la puerta con sus manos metidas en<br />

sus bolsillos.<br />

Normalmente lo habría recibido lanzándome directamente a sus<br />

brazos. Hoy me contuve. Anoche le dije que lo amaba, y él había atornillado y,<br />

supuestamente, se dirigió directamente a la casa de Marcie. Mi estado de ánimo<br />

cayó en algún lugar entre el orgullo herido, la ira y la inseguridad. Tenía la<br />

esperanza de que mi silencio le dijera indirectamente que algo estaba mal, y que<br />

así sería hasta que él hiciera un movimiento para corregirlo, para disculparse o<br />

darme una explicación.<br />

—Hey —dije, aparentando casualidad. —Olvidaste llamar anoche. ¿A<br />

dónde fuiste<br />

—Por ahí. ¿Ibas a invitarme a venir<br />

No iba a hacerlo.<br />

—Estoy contenta de escuchar que la casa de Marcie está, tú sabes, por ahí.<br />

Un momentáneo gesto de sorpresa en sus ojos confirmó lo que no quería<br />

creer: Marcie había dicho la verdad.<br />

—¿Te molestaría decirme qué está ocurriendo —Dije en un tono un poco<br />

más hostil. —¿Quieres decirme que estabas haciendo en su casa anoche<br />

—Suenas celosa, ángel —tal vez había una nota de burla tras ese<br />

comentario pero a diferencia de lo usual, no había nada cariñoso o juguetón en<br />

él.<br />

—Tal vez no estaría celosa si tú no me dieras razones para estarlo —<br />

respondí. —¿Quieres decirme qué estabas haciendo en su casa anoche<br />

—Arreglando unos negocios.<br />

Alcé mis cejas.<br />

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