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ni la mitad enojada, lo que podía significar que Patch se había calmado también.<br />

¿Me había perdonado lo suficiente como para mandarme un mensaje o llamar<br />

Todo estaba tan enredado, pero tenía que haber alguna manera de superarlo.<br />

Esto no era tan malo como parecía. Encontraríamos una manera de hacerlo<br />

funcionar.<br />

La Sra. Parnell asintió<br />

—Polo. Ahora es un verdadero deporte en Maine.<br />

—Pool, como en las salas de billar —corrigió mi mamá, sonando un poco<br />

desanimada.<br />

La Sra. Parnell movió la cabeza como si no estuviera segura de que había<br />

escuchado bien.<br />

—Semilleros de la actividad pandillera —dijo finalmente—. En la ley y el<br />

orden, jóvenes varones, acaudalados y de clase alta, manejaban los salones de<br />

billar del vecindario como si fueran casinos de Las Vegas. Mejor mantén un ojo<br />

sobre ese Patch tuyo, Nora. Podría haber una cara de él que mantiene oculta de<br />

ti. Una cara que mantiene en la obscuridad.<br />

—No es un pandillero —repetí por lo que se sintió la millonésima vez,<br />

luchando por mantener un tono cortés.<br />

Pero tan pronto como lo dije, me di cuenta que no tenía manera de estar<br />

segura que Patch nunca estuvo en una pandilla. ¿Un grupo de ángeles caídos<br />

cuenta como una pandilla No sabía mucho de su pasado, particularmente<br />

antes de que me conociera...<br />

—Ya veremos —dijo dudando la Sra. Parnell—, ya veremos.<br />

Una hora después, la comida se había acabado, los platos estaban lavados,<br />

finalmente la Sra. Parnell se había ido a buscar a Scott, y yo me retiré a mi<br />

habitación. Mi celular estaba tirado en el suelo, con la pantalla hacia arriba,<br />

mostrando que no tenía ni nuevos mensajes ni llamadas perdidas.<br />

Mi labio tembló, y enterré las palmas de mis manos en mis ojos para<br />

detener las lágrimas que comenzaban a nublar mi visión. Para evitar<br />

estancarme en todas las cosas horribles que había dicho a Patch, traté de pensar<br />

en una manera de repararlo todo. Los arcángeles no podían prohibirnos hablar<br />

o vernos, no cuando Patch era mi ángel guardián. Él tenía que permanecer en<br />

mi vida. Nos mantendríamos haciendo lo que siempre habíamos hecho. En un<br />

par de días, después de que tuviéramos nuestra primera pelea real, las cosas<br />

regresarían a la normalidad. ¿A quién le importaba mi futuro Podría pensar en<br />

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