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Le di un pequeño golpe al interruptor de luz justo junto a la puerta pero, o<br />

las luces estaban quemadas, o el suministro de electricidad había sido cortado.<br />

Sacando la linterna de mi cazadora, me adentré en el lugar y cerré la puerta.<br />

El rancio olor de comida echada a perder me abrumó. Apunté la linterna<br />

en dirección a la cocina. Una sartén con huevos revueltos de hacía días y un<br />

envase de leche parcialmente lleno que se había cortado hasta el punto de<br />

adherirse a la mesada. No era el tipo de lugar al que pudiera imaginarme a<br />

Patch llamando casa, pero eso sólo probaba que había demasiadas cosas que no<br />

sabía sobre él.<br />

Dejé mis llaves y mi bolso sobre la mesada y levanté mi remera hasta mi<br />

nariz, en un intento de bloquear el hedor. Las paredes estaban desnudas; los<br />

muebles, ralos. Una antigua televisión con orejas de conejo, posiblemente en<br />

blanco y negro, y un sofá andrajoso en la sala. Ambos estaban fuera de la vista<br />

de la ventana, la cual tenía papel de estraza sujeta a través de ella.<br />

Manteniendo la luz de la linterna baja, hice mi camino desde el recibidor<br />

hasta el baño. Estaba inhóspito, a excepción de una cortina de ducha beige que<br />

probablemente había comenzado siendo blanca, y una deslucida toalla de hotel<br />

colgada sobre la barra. No había jabón, no había rasuradora, no había crema de<br />

afeitar. El piso de linóleo estaba levantándose en los bordes, y el<br />

compartimiento de las medicinas sobre el lavabo estaba vacío.<br />

Seguí por el corredor hasta la habitación. Giré el pomo y empujé la puerta<br />

hacia adentro. El arraigado olor a sudor y cama sin lavar flotaba por el aire.<br />

Estando las luces estaban apagadas, supuse que sería seguro levantar las<br />

persianas, y forcé la ventana a abrirse, permitiendo que el aire freso entrara. El<br />

brillo de las luces de la calle se escurrió dentro, creando una bruma grisácea<br />

alrededor de la habitación.<br />

Platos estaban sucios con comida seca, apilados en la mesa de noche y,<br />

mientras la cama tenía sábanas, carecían del aspecto fresco de la ropa recién<br />

lavada. En conclusión, a juzgar por el olor, no habían visto el jabón de la ropa<br />

en meses. Un pequeño escritorio con un monitor de computadora se hallaba en<br />

el fondo del rincón. La computadora actual se había ido, y se me ocurrió que<br />

Patch se había tomado el gran trabajo de no dejar ningún rastro suyo detrás.<br />

Me puse en cuclillas frente al escritorio, abriendo y cerrando cajones. Nada<br />

me alteró por ser algo fuera de lo ordinario: lápices, una copia de las páginas<br />

amarillas. Estaba a punto de cerrar la puerta cuando una pequeña caja de<br />

joyería negra oculta bajo el escritorio llamó mi atención. Pasé mi mano bajo la<br />

mesa, ciegamente buscando la caja libre de lo que la sostenía en su lugar.<br />

Levanté la tapa. Cada vello de mi cuerpo se puso de punta.<br />

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