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las voces que hay que oir<br />
Una nueva perspectiva<br />
para recuperarse<br />
de la psicosis<br />
Daniel Mackler<br />
Psicoterapeuta<br />
Traducción: Teresa Abad<br />
y Sara Toledano<br />
Todos los días me escribe gente de cualquier parte del mundo<br />
contándome el impacto tan negativo que el sistema de salud<br />
mental ha tenido en sus vidas y en la de sus familias. También<br />
he escuchado a terapeutas, y a veces a algunos psiquiatras,<br />
decir que se han dado cuenta de que la formación que han<br />
recibido no sólo no ayuda a sus pacientes, sino que incluso<br />
les daña. Todos ellos me localizan a través de mis artículos y<br />
documentales. Me encanta estar en contacto con tanta gente<br />
aunque, al mismo tiempo, me asusta e incluso me deprime,<br />
darme cuenta de lo extendidas que están las ideas de la<br />
psiquiatría biológica tradicional.<br />
El punto de vista más retrógrado de la psiquiatría ha sido tan<br />
eficazmente popularizado que hasta la gente inteligente no<br />
lo cuestiona, a menos que ellos o personas cercanas hayan<br />
sido dañados directamente por el sistema. He conocido<br />
mucha gente lista y con estudios que se queda sorprendida<br />
cuando les cuento que hago películas sobre la recuperación<br />
sin medicación psiquiátrica de eso que se llama esquizofrenia.<br />
La mayoría nunca ha oído nada parecido y piensan de mí que<br />
soy un bicho raro (como un conspiranoico... o un cienciólogo).<br />
Generalmente se me respeta más cuando les explico cómo<br />
llegué a tener esta perspectiva.<br />
Mi experiencia me ha enseñado que curarse de esos estados<br />
mentales extremos que se etiquetan como esquizofrenia,<br />
trastorno bipolar y trastorno esquizoafectivo no es tan<br />
infrecuente. De hecho es bastante normal recuperarse y<br />
sería mucho más normal si nosotros, como cultura y como<br />
sistema de salud mental, no lo obstaculizásemos con nuestros<br />
tratamientos médicos supuestamente punteros. Cuando<br />
trabajaba como psicoterapeuta en Nueva York, lo vi con<br />
mis propios ojos. Se recuperaban con menos frecuencia, por<br />
no decir que apenas se recuperaban, aquellas personas a<br />
las que se había forzado a entrar en la rueda medicación-yhospitalización<br />
de la psiquiatría. En cambio, las rebeldes que<br />
habían querido seguir, para curarse, el camino que su corazón<br />
les dictaba, lo conseguían con mayor frecuencia. Estas últimas lo<br />
hicieron de diferentes maneras. Muchas de ellas contaban que<br />
habían entendido que eso que la psiquiatría etiquetaba como<br />
psicosis era en realidad un camino, una necesidad desesperada<br />
de acceder a partes escindidas de sí mismos. Otras, aunque lo<br />
describieron como un proceso doloroso que generalmente tenía<br />
un gran coste, encontraron en ello cierto valor, especialmente<br />
cuando su entorno respetaba su proceso y veían sentido en lo<br />
que estaban atravesando, e incluso les intentaban ayudar a<br />
hacerlo. Drogar las emociones y los pensamientos para que la<br />
persona parezca normal y calmada era casi siempre un callejón<br />
sin salida. Se cargaba todas las posibilidades de darle sentido.<br />
En los últimos años, desde que hago documentales sobre<br />
el tema, he conocido a muchas más personas que se han<br />
recuperado sin ningún tipo de terapia. Algunas se alimentaron<br />
de manera más saludable, otras hicieron más ejercicio. Otras<br />
encontraron apoyo en personas que habían pasado por<br />
experiencias similares. Algunas se mudaron de la ciudad al<br />
campo. Otras lo intentaron con productos de herbolario. Otras<br />
se dedicaron a aprender cómo dormir mejor, porque pensaban<br />
(con razón) que sus estados extremos habían sido precipitados<br />
por la falta de sueño. Otras lo intentaron buscando amistad,<br />
cambiando de trabajo, de casa, volviendo a estudiar... Y otras<br />
buscaron ayuda para ahondaron en los asuntos dolorosos de<br />
MYS 36<br />
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