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las voces que hay que oir<br />
su infancia, revisar su historia personal y familiar, y hacer el<br />
duelo por los horrores pasados, logrando una paz que nunca<br />
habían sentido antes.<br />
Como mis críticos dirán «pero tú no has conocido a nadie<br />
que tuviese un episodio psicótico real”. Por eso, en mi<br />
primer documental «Take this broken wings» puse el foco<br />
deliberadamente en la historia de dos mujeres diagnosticadas<br />
de esquizofrenia grave que atravesaron su psicosis sin<br />
antipsicóticos, con terapia, y que nunca han vuelto a tener<br />
una crisis en décadas. Las elegí porque representaban lo<br />
supuestamente imposible, casos incurables. Pero no son tan<br />
infrecuentes, podría dar muchos ejemplos de gente como ellas.<br />
Y como a veces la psicoterapia individual de una o dos sesiones<br />
semanales resulta insuficiente, hice el documental «Healing<br />
homes» que trata sobre la Family Care Foundation, una<br />
organización sueca que aloja en familias que tienen granjas<br />
en el campo a muchas personas que de otro modo estarían<br />
en instituciones mentales. Allí, estas personas también hacen<br />
terapia, pero como un suplemento al tratamiento principal, que<br />
es la convivencia familiar saludable, que puede durar un año, o<br />
dos, o más, y representa un cambio de vida radical.<br />
En «Open Dialogue» traté sobre un programa de psiquiatría<br />
en Laponia occidental, Finlandia, que consigue los mejores<br />
resultados estadísticos del mundo para el tratamiento de<br />
la psicosis. Su trabajo se ha documentado científicamente<br />
durante más de 25 años y sus métodos, aunque psiquiátricos,<br />
han cambiado por completo aspectos esenciales de la<br />
psiquiatría convencional. Aunque en este sistema algunas<br />
personas con psicosis son hospitalizadas y tratadas con<br />
medicación, la mayoría no lo son. Su objetivo es mantener a<br />
la gente fuera del hospital y sin antipsicóticos, ofreciéndoles a<br />
ellos y a sus familias, en lugar de eso, terapia familiar intensiva,<br />
generalmente diaria, desde el mismo comienzo de la crisis. No<br />
hay listas de espera y no tiene coste económico, porque forma<br />
parte del sistema público de salud finés.<br />
«Pero eso es muy caro», dirán. No tanto. Laponia occidental<br />
gasta menos dinero per cápita en psicosis que cualquier<br />
otra parte del país. Y la razón es muy simple. Si ayudas a las<br />
personas a manejar sus procesos internos e interpersonales<br />
lo más pronto posible, no se convierten en consumidores a<br />
largo plazo de recursos psiquiátricos. Ellos y sus familias dan<br />
sentido a sus experiencias y continúan adelante dejando atrás<br />
la psiquiatría. El gasto real en el sistema de salud mental no<br />
es la terapia familiar superintensiva del Diálogo Abierto de<br />
Laponia Occidental, con dos o tres terapeutas (que suelen<br />
ir a las casas de la gente y los atienden allí porque la gente<br />
se siente más cómoda). El gasto real es la hospitalización<br />
repetida y prolongada, los tratamientos farmacológicos a<br />
largo plazo (con fármacos de marca) y, más especialmente,<br />
sostener económicamente a las personas que se convierten en<br />
discapacitadas de por vida y no vuelven a trabajar. Y esto es<br />
sólo el coste económico. ¿Qué pasa con el coste humano?<br />
Los e-mails que recibo a diario atestiguan todo esto. Muchas<br />
veces los escriben personas cuyas vidas se han destruido por<br />
el sufrimiento. Están confusas acerca de qué hacer, porque<br />
no se les suelen dar buenas opciones ni esperanza. Esas<br />
opciones mejores están ahí fuera y no son tan complicadas.<br />
Sólo requieren más implicación emocional y humana por parte<br />
de las personas que les ayudan, más apertura por parte de la<br />
sociedad, más ciencia de verdad que investigue las prácticas<br />
con mejores resultados y menos intentos de quitar con<br />
medicación el dolor, la frustración y la confusión de la gente.<br />
Esto requiere un cambio de paradigma.<br />
Al mismo tiempo sigo recibiendo e-mails de gente que<br />
está en proceso de recuperación, superando su dolor y sus<br />
historias dolorosas. De personas que han sido etiquetadas de<br />
esquizofrenia y otras cosas malsonantes que han dejado atrás<br />
esa etiqueta, aparcado las ideas del sistema de salud mental<br />
y olvidado sus fármacos. Esta gente está por todas partes. La<br />
mayoría no lo dice públicamente porque les da vergüenza: se<br />
les estigmatizaría y se les llevaría al hospital contra su voluntad<br />
si lo contaran. Muchas de estas personas no se dan cuenta<br />
de lo común que es su situación, porque nunca se lo han<br />
dicho a otros a los que les hayan pasado cosas similares y,<br />
seguramente, no han visto nada parecido en los medios de<br />
comunicación habituales. Pero están en todas partes. Muchas<br />
veces incluso me he sentado por casualidad al lado de alguna<br />
de estas personas en un avión y, sólo cuando les digo en qué<br />
trabajo, me doy cuenta.<br />
Así es que ¿tengo esperanza?<br />
Me gustaría decir que sí con absoluta certeza, pero no es el<br />
caso. En mi opinión, el sistema de salud mental tradicional<br />
está muy enfermo, pero lo niega, y es muy poderoso. Muchos<br />
profesionales son gente fantástica, pero sus entornos de<br />
trabajo están tan atascados, sus expectativas profesionales<br />
están tan torcidas, su formación es tan mala y la ciencia en la<br />
que está basada su educación está tan llena de fallos, que la<br />
marea de malas prácticas se los lleva por delante. Sin embargo<br />
se puede encontrar esperanza entre las grietas del sistema.<br />
Existen programas pequeños y buenos en países con sistemas<br />
de salud mental podridos. La gente se recupera todo el tiempo<br />
sin caer en las garras de la psiquiatría tradicional. Y cada vez<br />
más, la gente está contando públicamente sus historias de<br />
recuperación.<br />
Poco a poco el movimiento hacia el cambio está ganando<br />
fuerza. Poco a poco la información se está extendiendo. Poco a<br />
poco el diálogo se está expandiendo. Poco a poco... pero está<br />
ocurriendo.<br />
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