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dar la vuelta a la manzana para recoger al fotógrafo y poder registrar<br />

el ingreso del liberado al edificio del diario. Hicieron el breve trayecto<br />

y el militar pagó el taxi con un billete de mil cruzados. Allí mismo le<br />

aclaró a Bofill que contaba además, por cualquier imprevisto, con cien<br />

dólares.<br />

“Carreño no sólo lucía impecablemente del punto de vista físico;<br />

también se lo veía muy bien del punto de vista anímico, psicológico”,<br />

relató meses después Bofill a los autores de este libro.<br />

-¿Lo trataron bien, coronel? -preguntó el periodista mientras<br />

subían por el ascensor al sexto piso.<br />

-Sí, me trataron bien -repuso categóricamente Carreño. Y<br />

tras una breve pausa de reflexión, agregó: -Claro, dentro de las circunstancias...<br />

Luego de nuevas fotos y los saludos y presentaciones de rigor,<br />

Carreño y Bofill se instalaron en la sección internacional, y dieron comienzo<br />

a una minuciosa entrevista que se prolongó durante tres de las<br />

seis horas que permaneció en el diario.<br />

El reportero era una máquina de preguntar. ¿Por qué lo liberaron<br />

en Brasil y no en Chile? ¿Por qué lo eligió el Frente Patriótico<br />

a usted? ¿Que piensa del Frente? ¿Qué piensa del régimen del general<br />

Pinochet? ¿Cambió o no su mentalidad después del secuestro? ¿Cómo<br />

hicieron para sacarlo del país y traerlo a Sao Paulo? Fueron decenas de<br />

nuevos interrogantes y repreguntas minuciosas que dieron lugar a una<br />

voluminosa entrevista que fue publicada por O Estado en su edición del<br />

jueves 3 de diciembre.<br />

Al comienzo, según Bofill, el teniente coronel se mostró muy<br />

locuaz y abierto y sólo pactó con su entrevistador que se suprimieran<br />

algunos tramos -breves y nada espectaculares- que, efectivamente, no<br />

fueron publicados en el diario paulista. Pero a medida que pasaban las<br />

horas y se iban produciendo otros acontecimientos, el liberado se fue<br />

cerrando y su discurso se fue tornando oficialista.<br />

Uno de los episodios que pudo haber influido en ese cambio<br />

de actitud fue la comunicación telefónica con el agregado militar chileno<br />

en Brasilia, Eugenio Videla, que los redactores de O Estado promovieron<br />

para certificar que el entrevistado era efectivamente quien decía<br />

ser. El agregado militar no conocía personalmente a su colega pero le<br />

hizo ciertas preguntas que sólo podía responder quien hubiera sido -a la

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