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operacion-principe

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Después comenzó el allanamiento de viviendas. Primero fueron<br />

las poblaciones pobres, alejadas de la capital. Después los barrios<br />

de la periferia. Al final fue el centro y, a partir de ahí, poco a poco,<br />

Santiago fue prácticamente allanado casa por casa.<br />

Al tercer día, un grupo de carabineros seguido de tropas del<br />

ejército llega a las inmediaciones de donde se hallaba la casa con el<br />

barretín y estableció un cerco. Los vehículos militares se estacionaron<br />

en cada extremo de la calle, descendieron soldados con armas largas y<br />

se apostaron en las esquinas. Los carabineros comenzaron a caminar<br />

por la vereda de la cuadra. El oficial que los dirigía llevaba un walkietalkie.<br />

La muchacha que vigilaba por la ventana sintió que el estómago<br />

se le subía a la garganta.<br />

-¡Atención! -advirtió a sus compañeros.<br />

Inmediatamente, los guerrilleros tomaron sus armas y les quitaron<br />

sus seguros. Por las noticias de los diarios y la radio sabían que<br />

se habían efectuado varias detenciones. El fiscal militar Fernando Torres<br />

-el mismo que investigaba el atentado al general Pinochet- había<br />

declarado a la prensa que el caso Carreño se solucionaría “en cuestión<br />

de días, quizá de horas”. ¿Habría caído algún compañero? Sólo dos<br />

conocían la ubicación de la casa. ¿Y si era uno de ellos?<br />

Boris quiso serenarse: el jefe no debía perder la calma.<br />

-Calma -dijo-. Tomen posición de combate y esperen. Se calzó<br />

su pistola en la cintura, se colgó la subametralladora al hombro y corrió<br />

al barretín. Antes de entrar, intentó tranquilizarse y respiró hondo.<br />

Cuando iba a penetrar al lugar, se dio cuenta de que no se había colocado<br />

la capucha. ¿Valía la pena? En ese momento, la casa estaba prácticamente<br />

rodeada y el enemigo podía llegar en minutos. Dudó un instante.<br />

“¿Si o no?”, se preguntó. “Sí”, se dijo. Volvió apresuradamente a la<br />

sala, se puso la máscara y regresó al barretín. Estaba agitado y tomó<br />

aire profundamente tres o cuatro veces. “Calma”, se repitió, y entró.<br />

En voz baja le avisó al combatiente que estaba vigilando a Carreño:<br />

“Afuera está lleno de pacos y milicos”.<br />

El militar estaba recostado en la colchoneta, con las esposas<br />

puestas, y se incorporó.<br />

-Afuera hay carabineros y gente del ejército -informó Boris.<br />

Carreño se sobresaltó.

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