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misma mañana- la voz crecientemente serena y alegre del hombre que<br />
había supuesto rehén en Brasil de la Central Nacional de Información<br />
chilena.<br />
-Manuel Rodríguez aparece y desaparece -dijo Roberto Torres<br />
con talante bromista, haciendo alusión a las hazañas a lo Frégoli<br />
del guerrillero chileno de la Independencia, quien solía disfrazarse de<br />
cura, de campesino o de noble español para desorientar a la policía<br />
virreinal.<br />
El periodista le comentó entonces las dudas que había tenido.<br />
Torres respondió que se había dado cuenta de esa suspicacia y que por<br />
eso “había comenzado a patalear desesperado”. Ahora, con “la salud<br />
recobrada”, le proporcionó -como primicia- el embrión del primer comunicado<br />
del Frente Patriótico, las razones políticas y operativas de<br />
una acción alucinante.<br />
-Queríamos cumplir nuestra palabra -dijo- y evitar que lo mataran<br />
en Chile.<br />
En su segunda y última llamada del jueves, Torres agregó:<br />
-El Frente reitera su línea política y demuestra su alto nivel de<br />
operatividad.<br />
Antes de la despedida, antes de que el rodriguista se comprometiera<br />
a no ser nuevamente “ingrato” y a brindarle esta vez los entretelones<br />
del novelesco episodio, Bonasso le preguntó si podía publicar<br />
lo que había hablado con él y relatar que esas conversaciones habían<br />
comenzado antes de la liberación de Carreño.<br />
-Sí, tíralo. Tíralo, pero con cuidado porque todavía... -contestó<br />
el portavoz del Frente, dejando demasiados puntos suspensivos para<br />
que el periodista los completara a su leal saber y entender.<br />
-Pero... ¿puedo decir que hablé con vos?<br />
Claro, sí. Eso sí lo puedes decir.<br />
Ni bien colgó con Torres, Bonasso se sentó a la máquina de