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argentino Miguel Bonasso dormía plácidamente en su casa de la colonia<br />
Roma, en la Ciudad de México, ignorando que a través del teléfono<br />
sería abruptamente introducido en la “Operación Príncipe”.<br />
A las siete fue despertado por su hija menor -para que atendiera<br />
una curiosa llamada de larga distancia internacional a cargo de un tal<br />
“Roberto” que ostensiblemente se negaba a brindar su apellido.<br />
Completamente dormido, Bonasso tardó casi un minuto en<br />
identificar a su interlocutor, quien ahora había agregado como clave:<br />
“Roberto, el amigo ingrato”. Ese dato de la ingratitud -que aludía a<br />
cierto reportaje prometido y nunca cumplido- y el acento chileno,<br />
despejaron las últimas brumas. El periodista acabó por reconocer a<br />
Roberto Torres, portavoz en el exterior del Frente Patriótico Manuel<br />
Rodríguez.<br />
Hablando con eufemismos y muy tenso, Torres le pidió ayuda<br />
periodística:<br />
-Necesito que me contactes con alguien de tu gremio acá<br />
en Brasil.<br />
Y a continuación, tratando de ser más explícito, sólo consiguió<br />
llenar a Bonasso de dudas y aprensiones:<br />
-Hay una historia como la de tu libro. -Torres aludía a la novela<br />
testimonial Recuerdo de la muerte. Y reiteró-: Ese contacto es la<br />
única tabla de salvación. ¿No conoces a nadie de confianza?<br />
Ya despierto y crecientemente preocupado, el periodista trató<br />
de ganar tiempo para descubrir cuál era la situación real de su interlocutor.<br />
Sin proporcionarle nombres concretos, le prometió buscar el<br />
contacto y le pidió más detalles.<br />
-Estoy enfermo -dijo Torres, utilizando una expresión conspirativa<br />
que equivale a “caí”, “estoy preso”.<br />
Conociendo la experiencia del terrorismo de Estado en Argentina,<br />
donde algunos militantes secuestrados por las fuerzas represivas<br />
fueron cooptados por sus verdugos para convertirse en colaboradores,<br />
Bonasso sintió a la vez vértigo, miedo y compasión. Y una terrible responsabilidad<br />
moral. Quizá el hombre había logrado escapar de sus captores<br />
y quería denunciar su situación a la prensa internacional. Quizá