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interrogador le preguntó:<br />
-¿Qué aspecto tenía la gente que lo tenía cautivo? ¿Eran preparados,<br />
a su juicio? Antes de contestar, Carreño desvió su mirada hacia<br />
alguien que no se vio en la pantalla, que debía estar a un costado de la<br />
cámara. Ese “alguien” le hizo una seña o le transmitió una indicación,<br />
que cualquier espectador pudo suponer. Fue evidente que Carreño, a<br />
pesar de su nerviosismo, no hizo caso y respondió:<br />
-Yo conversé muy poco con ellos y no los vi nunca.<br />
El día antes, en Sao Paulo, el teniente coronel le había dicho<br />
al periodista Cristian Bofill que sus secuestradores “eran todos jóvenes,<br />
bien entrenados, y con una rígida disciplina militar”.<br />
A las 24 horas de la presentación en TV de Karin Eitel y Carlos<br />
Carreño, circuló en varias redacciones de prensa un mensaje del<br />
Frente que, entre otros puntos, indicaba que “la ciudadanía pudo ver<br />
la diferencia entre un prisionero del Frente y uno de la dictadura”. La<br />
diferencia, en verdad, fue notoria.<br />
Una tarde de fines de marzo de 1988, en Santiago, Simón relató<br />
a los autores de este libro:<br />
-Después de su liberación, “El Príncipe” cumplió todo lo que<br />
se había comprometido con nosotros. Desde antes de liberarlo, sabíamos<br />
que la dictadura iba a comenzar una campaña de desprestigio contra<br />
el Frente, que le iban a pedir declaraciones públicas contrarias a<br />
nuestra organización. Hablamos con él y le dijimos: “Más adelante,<br />
cuando ya no esté con nosotros, es seguro que usted se va a prestar a<br />
los juegos de la televisión y va a hablar mal del Frente”. Nos juró que<br />
no. Nos dijo que él era un hombre de palabra y que como cristiano no<br />
podía mentir. “Quiero tener la conciencia tranquila, muchachos”, nos<br />
aseguró el coronel Carreño.<br />
El mismo día en que el gobierno renovó el estado de emergencia<br />
y que Carreño apareció en las pantallas de televisión, el sacerdote<br />
Alfredo Soiza-Piñeiro fue detenido por la policía en el aeropuerto de<br />
Pudahuel cuando se disponía a viajar a Buenos Aires para visitar a su<br />
familia en Navidad y Año Nuevo. El cura mostró un salvoconducto<br />
para salir rumbo a Argentina que le había entregado el director de la Policía<br />
de Investigaciones, pero los agentes exhibieron una orden judicial