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Estudios Científicos del doctor Andrés Posada<br />
intelectuales euroamericanos, las publicaciones que realizó, las<br />
amistades y redes de sociabilidad que fue construyendo a lo largo<br />
de su vida y las instituciones en las cuales participó de viva voz<br />
o a distancia dan cuenta de las estrategias que los intelectuales<br />
euroamericanos pusieron en funcionamiento a la hora de ejercer<br />
su oficio.<br />
Al leer los diferentes capítulos de Estudios científicos es<br />
posible darse cuenta de que la medicina y las ciencias naturales<br />
fueron en la Colombia del siglo XIX el punto de partida de la<br />
gran mayoría de los hombres de ciencia. De allí incursionaron<br />
luego en la historia, la antropología y la geografía, revelando que<br />
entre estas disciplinas había algo en común. Considero que ese<br />
algo tiene que ver con la búsqueda de la «verdad científica» y con<br />
el «amor a la patria», ideales que se encuentran frecuentemente<br />
en los documentos producidos por estos hombres de ciencia y<br />
de letras. Parece como si los oficios de ser médico e historiador<br />
tuvieran además otros puntos compartidos, pues los fundadores<br />
de las academias de medicina y de historia, tanto en Antioquia<br />
como en Colombia, fueron en buen número los mismos: en el<br />
caso de Antioquia encontramos a Manuel Uribe Ángel y en el de<br />
Colombia a Pedro María Ibáñez, ambos médicos de profesión,<br />
historiadores de oficio y primeros presidentes de las academias de<br />
historia y medicina de Antioquia y Colombia, respectivamente.<br />
Recordemos que la medicina que practicó Andrés Posada<br />
Arango estaba inspirada, por un lado, en una moral cristiana de<br />
servicio incorruptible, en una visión del médico como un «sacerdote<br />
del cuerpo» que como «el árbitro entre la vida y la muerte, entre<br />
la nada y el ser», trabajaba «nutrido de los dogmas emanados<br />
del Gólgota», animado por «una adhesión indestructible a las<br />
máximas del Crucificado» y rogando al cielo para que pudiera<br />
«devolver inmaculada la toga de la ciencia». Y por otro lado, la<br />
medicina aprendida por Posada Arango se veía apoyada también<br />
en la convicción laica de que el médico laboraba «empuñando la<br />
antorcha flameante de esa química analítica fundada por Lavoisier<br />
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