Anuario 2011 - Jesuitas del Perú
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FE - <strong>Jesuitas</strong> <strong>del</strong> Perú<br />
En América Latina los fieles se acostumbraron,<br />
a lo largo de los siglos, a experimentar “lo<br />
religioso” con formas barrocas; la espiritualidad,<br />
alimentada por esas formas, adquirió esas<br />
mismas características. Si bien los misioneros,<br />
particularmente los jesuitas de los siglos<br />
XVII y XVIII, venían de España premunidos de<br />
una cultura renacentista, tuvieron que echar<br />
mano de manera más o menos consciente<br />
de elementos variados, que fueron creando<br />
formas que podemos llamar mestizas o<br />
inculturadas. Era la condición para poder<br />
dar fruto entre las culturas americanas. Los<br />
movimientos racionalistas <strong>del</strong> siglo XIX, en<br />
cambio, pretendieron sujetar la religión,<br />
sin contar con que florecería una respuesta<br />
neobarroca, mimética, que permitiría guardar<br />
las formas tradicionales con nuevos contenidos,<br />
racionales y al mismo tiempo a la defensiva.<br />
El temor al modernismo y el deseo de hacer<br />
frente a una sociedad laica, generó desde el<br />
siglo XIX en el campo de la espiritualidad,<br />
también un movimiento neobarroco que<br />
en muchos casos subsiste con esquemas de<br />
enfrentamiento entre modernidad y tradición.<br />
Hay quienes se extrañan de esta realidad<br />
porque puede aparecer como conflictiva. Sin<br />
embargo no se debe desdeñar la afirmación<br />
de que vivimos a caballo entre los dos grandes<br />
Concilios Ecuménicos, somos tributarios de<br />
ambos y a estas dos monumentales obras <strong>del</strong><br />
Espíritu hay que estudiarlas como realidades<br />
dependientes y coherentes.<br />
La llamada de Pentecostés hoy también mueve<br />
a los bautizados a llevar la Buena Noticia que<br />
es el mismo Señor Jesús. Él es la gran imagen<br />
de Dios. Su obra de salvación comprensible<br />
en las sociedades modernas se muestra por el<br />
ejercicio de la misericordia afectiva y efectiva,<br />
por la tolerancia paciente e inteligente, por<br />
el diálogo como búsqueda de la verdad,<br />
por la espiritualidad vivida personalmente<br />
y manifestada socialmente, por el pacífico<br />
servicio litúrgico, por el discernimiento de la<br />
multiforme presencia de Dios siempre mayor,<br />
siempre sorprendente.<br />
La diversidad de finalidades, formas, estilos,<br />
carismas tradiciones o ritos, marcan la<br />
diversidad de la Iglesia <strong>del</strong> tercer milenio, que<br />
tendrá que ser cada vez menos uniforme, sin<br />
embargo cada vez más unida como pidió Jesús<br />
al Padre en la Última Cena: “Que todos sean<br />
uno” 12 .<br />
12 Jn. 17,21.<br />
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