Anuario 2011 - Jesuitas del Perú
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JUSTICIA - <strong>Jesuitas</strong> <strong>del</strong> Perú<br />
grandes expectativas que el nuevo proyecto<br />
genera, pero también de gran inseguridad<br />
para las familias. Las comunidades y pueblos<br />
donde todos se conocían, de pronto asisten<br />
a un despliegue importante de nuevos<br />
recursos y servicios, que llegan acompañados<br />
de personas con distintos modos de vivir. Se<br />
modifica así la organización <strong>del</strong> territorio y el<br />
paisaje cambia, incluso visualmente. Hay más<br />
dinero, y ello altera la estructura de los precios<br />
en los comercios y jornales. Asimismo, aparecen<br />
presencias estatales que antes no existían. En<br />
fin, la vida de las personas ya no es la misma.<br />
De acuerdo a nuestra experiencia y presencia<br />
en éstos lugares <strong>del</strong> Perú, podríamos aportar<br />
al debate actual en busca de soluciones,<br />
cuatro características que son importantes<br />
de señalar para que se entienda mejor lo que<br />
genera la presencia minera formal en esos<br />
pequeños pueblos. Una primera característica<br />
desde el punto de vista humano, se resumiría<br />
a que los nuevos proyectos mineros significan<br />
necesariamente “una crisis que deviene en un<br />
conflicto social” en la vida de la comunidad;<br />
fenómeno que se debe a la intensidad y<br />
amplitud <strong>del</strong> impacto de esta actividad en<br />
todos los órdenes de sus vidas. Si entendemos<br />
conflicto social como una situación de<br />
desajuste en la vida en sociedad, entonces<br />
hay una situación de conflicto inherente a<br />
todo proyecto minero. El concepto va más allá<br />
de las “protestas sociales”, que son conflictos<br />
Los religiosos y religiosas conviven con las comunidades<br />
desde hace varias décadas.<br />
públicos, y en ese sentido políticos cuya<br />
agenda y naturaleza dependen de liderazgos y<br />
propuestas.<br />
Las protestas sociales son muy diversas y<br />
heterogéneas, dependen mucho de cada<br />
localidad, la historia de su vínculo con la minería,<br />
la presencia de actores y líderes. Me refiero a<br />
la situación de crisis, estrés y conflicto, que se<br />
generan en la vida de las personas y sus familias.<br />
Es cierto que una situación de conflicto no es<br />
necesariamente un hecho moral y puede ser –<br />
simplemente– una situación de inadecuación<br />
y diferencia. Sin embargo, la condición de<br />
posibilidad para que el conflicto se resuelva es<br />
reconocerlo, y eso supone escuchar seriamente<br />
a todas las partes involucradas tratando de<br />
entender la lógica de cada cual.<br />
Archivo SJ<br />
<strong>Anuario</strong> <strong>2011</strong> 31