VE-15 JULIO/AGOSTO 2015

Se metió rápidamente en la cocina y descubrió a su padre
sentado en el suelo, con aire pensativo y una copa de su mejor whisky
en la mano.
—Hola Jules—le hizo un gesto con la cabeza para que se sentara
junto a él.
—¿Cómo va la noche, papá?—murmuró Julie, acariciándole el
pelo con suavidad.
—Voy a mandar este restaurante al mismísimo Infierno,
pequeña. Y tú irás a Hollywood. A donde sea. Pero lejos de aquí.
Hubo un prolongado silencio. Julie procuró procesar lo que le
había dicho su padre sin alterarse demasiado. Pensó en que debería
sentirse aliviada, pero de repente tenía miedo. Se armó de valor y le
preguntó a qué se debía ese cambio de aires.
—Escúchame, pequeña—su padre sonrió y la miró con aquellos
ojos que reflejaban un extremo cansancio— Hace bastante tiempo…
Tú no tendrías ni dos años… Cerré un trato, ¿de acuerdo? El
restaurante formaba parte de ese acuerdo, y lo cierto es que nos ha
ido muy bien todo este tiempo… Pero no te puedo atar de por vida,
Jules, a ti no, ¿lo entiendes? Yo he estado con una soga al cuello, he
sido el capitán de este barco, pero no estoy dispuesto a dejar que mi
hija esté condenada a esto… A este maldito restaurante… —dio un
golpe y destrozó la copa de whisky. La sangre se deslizó rápidamente
de entre sus dedos, pero no pareció importarle. Julie soltó un
pequeño alarido y entonces él la agarró del brazo— Tienes que salir
de este sitio, Julie. Dejar atrás este olor a pescado. Pero antes debes
hacer algo… No va a ser nada agradable, pero créeme… Créeme
cuando te digo que es la única manera de que él no te persiga de por
vida, cariño.
8