VE-15 JULIO/AGOSTO 2015
Recopilación de relatos y poesía de un grupo de aficionados a la escritura.
Recopilación de relatos y poesía de un grupo de aficionados a la escritura.
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como hojas en otoño, la brisa marina trajo consigo a la guerra, que se<br />
aprendió bien el camino de vuelta. Familias enteras salían despedidas<br />
como vapor por las chimeneas, sin saber dónde ir pero sin querer<br />
quedarse. Todo era en blanco y negro y yo no quería que aquello<br />
acabase, quería soñar con ella y mutilarme mentalmente hasta la<br />
caída del sol, pero lo cierto es que ya no había sol que yo quisiera ver<br />
si no lo hacía a su lado.<br />
«¡Tienes que seguir Mario!» Pero me costaba querer. Me<br />
resistía. Tenía pintado su rostro en mi recuerdo con acuarela barata y<br />
se difuminaba cada vez que derramaba una lágrima por ella, nunca se<br />
me dio bien llorar pero no lo hacía mal. Los soldados llegaron a mi<br />
puerta y todo lo que pude ofrecer fue café y media botella de vino, ni<br />
siquiera dejé la resistencia para el postre, me había ido y no podía<br />
luchar con el estomago vacío.<br />
Una tarde de invierno cruel en la que mi silla crujía de más, tuve<br />
la tentación de recordarla, incluso mi cuerpo tuvo un amago de<br />
espasmo, pero todo quedó en nada, y todas las cosas importantes en<br />
mi vida terminaban con esa frase. Un niño pequeño, rubio, de ojos<br />
claros y muy guapo venía cada cierto tiempo a malgastar mi<br />
tranquilidad etérea que se paseaba entre vistazos a los adoquines de<br />
la pared y a través de la reja, por donde un día creí que se movía el<br />
mundo.<br />
«¿Por qué papá no habla?» Y yo no sabía la respuesta. Era tan<br />
injusto para mí no querer saberlo como para él no poder hacerlo.<br />
Sentía que todo se manchaba de vagos recuerdos y de multitud de<br />
imágenes que ya no era capaz de administrar como lo hacía antaño.<br />
Dejé claro que quería estar solo y ni siquiera sabía por qué, pero estar<br />
solo y no saber por qué sí que se me daba bien.<br />
«¿Qué tal estamos hoy Mario?» Y en mi mente sólo aparecías tú.<br />
Ni siquiera sabía ya mi nombre pero recordaba perfectamente como<br />
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