VE-15 JULIO/AGOSTO 2015

La ciudad de los gatos
Faltaban aún varios días para que acabara agosto. Bajo la
canícula de las doce, la ciudad universitaria, habitada únicamente por
decenas de gatos vulgares, tenía un aire fantasmagórico, casi irreal.
La casa nos recibió impersonal, fría. Era un lugar de paso, casi un no
lugar. Pero había algo hostil, peligroso. No eran los gatos famélicos de
la escalera, que se iban concentrando como un ejército,
acechándonos, observándonos con sus ojos enigmáticos, de brillo
esmeralda. Era la mesa baja de aristas de cuchillo. Una gata negra
maulló. El niño la apuntó con su pistola de juguete. Ayer fue su
primer cumpleaños.
Alicia García Herrera (Valencia)
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