16(II) Vida eterna es el don de Dios (Ro. 6:23; 1 Jn. 5:11). Como veremos, este don tiene sus condiciones; peroel hecho permanece de que la vida eterna es algo que Dios, por su sola bondad y gracia, da a los hombres. Nosotrosno la podemos ganar ni merecer. Es un regalo.(III) La vida eterna está íntimamente ligada a Jesucristo. Cristo es el agua viva, el elíxir de la vida eterna (Jn.4:14). Es el alimento que trae a los hombres vida eterna (Jn. 6:27, 54). Sus palabras son de vida eterna (Jn. 6:68).El mismo no sólo trae (Jn. 17:2, 3), es vida eterna (1 Jn. 5:20).Dicho de forma más sencilla, únicamente a través de Jesucristo [página 30] es posible una relación, una intimidad,una unidad con Dios. A través de lo que él es, y de lo que hace, podemos participar de la misma vida deDios.(IV) La vida eterna viene por medio de creer en Jesucristo (Jn. 3:15, 16, 36; 5:24; 6:40, 47; 1 Jn. 5:13; 1 Ti.1:16). ¿Qué significa creer? Evidentemente, no es una simple aceptación intelectual. Creer en Jesucristo significaque creemos como cierto absoluta e implícitamente todo lo que Jesús dijo acerca de Dios.Si realmente creemos que Dios es Padre y que ama a los hombres tanto como para enviar a su Hijo al mundoa morir por ellos, demarcamos toda la diferencia que hay entre mundo y vida porque la tal creencia significa quela vida está en manos del amor de Dios, y, además, significa tener por cierto y aceptar que Jesús es quien dijoser.Obviamente, la confianza que podamos tener en cualquier afirmación dependerá enteramente de la posiciónde la persona que la haga. Estamos obligados a preguntar: ¿Cómo puedo estar seguro de que todo lo que me diceJesús sobre Dios es verdad? La respuesta es: porque creo que Jesús es el único que tenía derecho a hablar deDios, puesto que no me cabe la menor duda de que Jesús es el Hijo de Dios. Por tanto, entramos en la vida eternapor creer que Jesús es el Hijo de Dios.Pero esta creencia va todavía más lejos. Creemos que Dios es Padre y que Dios es amor porque creemos queJesús, siendo el Hijo de Dios, nos ha dicho la verdad acerca de Dios, y, entonces, actuamos en consonancia conla creencia, es decir, vivimos con la certeza de que no podemos hacer otra cosa que no sea poner toda nuestraconfianza en Dios y rendirle una perfecta obediencia.Vida eterna no es otra cosa que la misma vida de Dios. Entramos en la vida eterna a través de creer en Cristo,y esta creencia tiene una triple implicación:(I) Implica creer que Dios es la clase de Dios que Jesús dijo a los hombres.(II) Implica la certeza de que Jesús es el Hijo de Dios, y, por tanto, que tiene derecho a hablar de Dios en unaforma que nadie pudo ni jamás podrá hablar.(III) Implica vivir toda la vida asintiendo a estas cosas. Cuando lo hacemos así, participamos nada menos quede la vida, el poder y la paz que solamente Dios puede dar.Ya hemos dicho que vida eterna es el don de Dios. Todos los dones de Dios, aun siendo tales, requieren el esfuerzopor parte nuestra de tomarlos, como prueba de interés.Usemos una analogía humana. Toda la belleza, riqueza y sabiduría [página 31] de la literatura clásica estánahí para que cualquiera las disfrute; solamente que, para eso, es preciso que antes se introduzca en ellas medianteel trabajo, el estudio y la disciplina que el aprendizaje del latín y del griego exige.El ofrecimiento de Dios de vida eterna es un hecho, pero el hombre debe anhelarla e introducirse en ella antesde que pueda recibirla plenamente.(I) La vida eterna demanda conocimiento de Dios. Vida eterna significa “conocer al único Dios verdadero”(Jn. 17:3). Ahora bien, el hombre sólo puede conocer a Dios por medio de tres vías: (a) la vía de la mente parapensar, (b) la vía de los ojos y del corazón para ver y amar a Jesucristo y (c) la vía de los oídos para escuchar loque Dios está procurando decirle.Si hemos de introducirnos en la vida eterna, nunca debemos estar tan ocupados con las cosas del tiempo comopara no pensar en las cosas eternas, ni caminar mirando a Jesús, ni estar regularmente en una actitud silenciosay alerta para atender a Dios.(II) La vida eterna demanda obediencia a Dios. El mandamiento de Dios es vida eterna (Jn. 12:50). Jesús esautor de eterna salvación para todos los que le obedecen (He. 5:9). Nuestra paz depende sólo de hacer su voluntad.Dios pleitea con el rebelde, pero sus dádivas son para el obediente. Nunca podremos lograr una completaintimidad y unidad con alguien de quien continuamente diferimos y a quien continuamente afligimos con nuestradesobediencia. Obediencia y vida eterna de parte de Dios van de la mano.(III) Vida eterna es la recompensa a una lealtad tenaz (1 Ti. 6:12). Viene al hombre que ha peleado la buenabatalla de la fe y que se ha ligado a Jesucristo en cuerpo y alma. La recibe el hombre que oye y sigue (Jn. 10:27,28) el camino de Jesús en completa lealtad, en vez de su propio camino.
17(IV) Hay una demanda ética en la vida eterna. Vida eterna es la meta del camino de santidad (Ro. 6:22). Larecibe quien demuestra una paciente continuidad en el buen hacer (Ro. 2:7), pero jamás quien odie a su hermano,porque el tal es homicida en su corazón (1 Jn. 3:15). La vida eterna viene a aquellos que se mantienen en el amorde Dios (Jud. 21).No hay escapatoria de la demanda ética del cristianismo. La vida eterna no es para el hombre que actúa comole viene en gana; sino para el que actúa como enseña Jesucristo. No es que se nos exija que seamos perfectos,pero sí que, aunque caigamos y fracasemos, tengamos todavía nuestros ojos fijos en Jesucristo.(V) Vida eterna es la recompensa para el obrero de Cristo (Jn. 4:36). Se promete vida eterna al hombre queayuda a Cristo a segar la [página 32] cosecha de las almas de los hombres; es el ofrecimiento de Dios a quienestá más interesado en salvar a los demás que en salvar egoístamente su alma.(VI) Vida eterna es la recompensa para el cristiano audaz (Jn. 12:25). Es para el hombre que amando su vidaestá decidido a darla, si fuera preciso, por amor a Jesucristo. Es para el que está siempre dispuesto a “aventurarsepor Su nombre”, para el que acepta los riesgos de la vida cristiana y está preparado para “apostar su vida a quehay Dios”.(VII) Vida eterna es el resultado de la justicia que viene a través de Jesucristo (Ro. 5:21). El significadoesencial de justicia es una nueva relación con Dios a través de lo que Jesucristo ha hecho por nosotros.Y, así, terminamos donde empezamos—vida eterna es la vida de Dios mismo, en la cual podremos entrarcuando aceptemos todo lo que Jesucristo ha hecho por nosotros y todo lo que nos dice acerca de Dios.Nunca captaremos la idea completa de vida eterna hasta que nos desembaracemos de la imposición casi instintivade que vida eterna significa, fundamentalmente, vida que continúa para siempre. Hace ya mucho tiempoque los griegos detectaron claramente que ese tipo de vida no sería en modo alguno una bendición.Fueron precisamente los griegos quienes contaron la historia de Aurora, diosa del alba, que se enamoró deljoven mortal Titón. Zeus le dio a escoger la gracia que quisiera para su amante mortal, y ella pidió que no muriesenunca; pero olvidó añadir que permaneciera siempre joven. Así Titón vivió en un continuo y sin fin envejecimiento,volviéndose más y más decrépito, hasta que la vida llegó a ser para él una terrible e intolerable maldición.La vida tendrá valor cuando no sea nada menos que la vida de Dios—y ese es el significado de vida eterna.AKOLOUTHEIN 190(ἀκολουθέω)LA PALABRA <strong>DEL</strong> DISCIPULOAkolouthein es el verbo griego vulgar y corriente que significa seguir. Es una palabra con muchos usos y queda lugar a múltiples asociaciones, todo lo cual añade alguna nota a su contenido cuando se aplica al seguidor deCristo. Primero, veamos cómo se utilizaba en el griego clásico.[página 33] (I) Es la palabra usual para describir a los soldados siguiendo a su comandante. Jenofonte (Anábasis7.5.3.) habla de generales y capitanes que habían seguido a su líder a la batalla.(II) Se usa corrientemente respecto del esclavo siguiendo o sirviendo a su amo. Teofrasto, en su bosquejo delHombre Desconfiado, dice que el tal hombre obligaba a su esclavo a caminar delante de él, y no detrás, como eralo normal, para estar seguro de que no se fugara (Teofrasto, Caracteres 18.8).(III) Se usa, también con mucha frecuencia, significando el hecho de seguir o aceptar el consejo u opinión dealguien. Platón dice que es necesario descubrir a quienes por naturaleza les conviene dedicarse a la filosofía y adirigir la ciudad, y a quienes, en cambio, les conviene prescindir de ella y no hacer otra cosa que obedecer al quemanda (Platón, República 474c). Hay personas aptas para el liderato y personas aptas sólo para aceptarlo.(IV) Se usa comúnmente respecto de la obediencia a las leyes. Seguir las leyes de una ciudad es aceptarlascomo normas de vida y de conducta.(V) También es muy común en el sentido de seguir el hilo o argumento de un discurso. Cuando un argumentoha llegado a hacerse difícil de entender, Sócrates dice: “Vamos a ver, trata de seguirme e intentemos que esteasunto quede completamente explicado” (Platón, República 474c).(VI) En los papiros, akolouthein se utiliza con mucha frecuencia significando pegarse a alguien hasta conseguiralgún favor que se desea. Uno da a otro este consejo por escrito: “Pégate a Ptollarion todo el tiempo … pé-
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