Restaurantes - Curt Ediciones

los niveles de colesterol,
y un alcaloide, la teobromina,
que estimula
el sistema nervioso
central, produce broncodilatación
y diversos
efectos cardiovasculares;
es antiestresante y
favorece la producción
de serotonina, un neurotransmiror
que conduce
directamente a la
felicidad. Claro que en este punto conviene
recordar que hay chocolates y chocolates,
porque mientras 30 gramos de chocolate
negro contienen 450 miligramos
de teobromina, la misma cantidad de chocolate
con leche aporta diez veces menos.
❚ Atendiendo a formas, modas y platos
En Madrid, donde resido, a la manera de
don Lope de Sosa en La cena jocosa, hay
fórmulas de cata para escoger y revolver:
chocolaterías clásicas de degustación in
situ, como la de San Ginés o Valor; otras
de corte más contemporáneo, tal que Cacao
Sampaka o Ocumare Choc; bombonerías
de tradición y solera como Santa,
La Pajarita, La Violeta o Dulce Amargo; y
otras de diseño más en vanguardia, como
Chocolat Factory, Xocoa, Petit Plaisir o
Moulin Chocolat. Con marchamo “creativo”,
la boutique Oriol Balaguer, del chef
catalán homónimo.
Claro que esto limitando al
consumo del producto sin
más, porque sus posibilidades
en gastronomía son más
que dignas de tener en cuenta.
El chocolate no es algo
que, ni mucho menos, se limite
a los postres, aunque
dentro de estos tenga su territorio
y hábitat más común,
sino que, preparado en
vinagreta, puede servir para
el salseo de ensaladas, pongamos por caso
de escarola y queso de cabra; en las pastoriles
migas de las cocinas levantina, aragonesa
y manchega; o como lujurioso aditamento
de caza menor, especialmente
liebre, conejo, perdices y palomas.
Además, en estos días de encocorote, conviene
recordar el dicho de vaya usted a saber
quien: “Después de comer chocolate
se puede personar a cualquiera, incluso a
los bancos”.�