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cuatro: además de la de Mitre (1889), está la de Ángel Battistessa
(1965) y la de Antonio J. Milano (2003). De
una cuarta hubo un anticipo del Infierno (2011) publicada por
Edhasa y este año apareció bajo el mismo sello la obra completa
a cargo de un descomunal trabajo de Jorge Aulicino.
Lo descomunal viene dado por la dificultad común que presenta
atravesar las barreras del tiempo y del espacio a partir de
un texto tan genial como complejo, escrito en versos rimados
hace más de seis siglos. No obstante, Aulicino, que además es
uno de los mejores poetas actuales –basta con leer Estación
Finlandia, que recoge sus poemas entre 1974 y 2011– asumió
el desafío y nos plantea al Dante en los mismos términos que
lo asume él: sin alardes eruditos ni pretenciosos, con respeto
a la esencia y la música del original a la vez que acorde a los
designios de nuestro tiempo. Un clásico vivo.
–¿Recuerda cuál fue su primer contacto con la Comedia?
Sí, era chico, diría un preadolescente y descubrí la
versión de Mitre que mi papá tenía en su biblioteca. Era una
edición barata, de la editorial Tor, con tapa de papel y bastante
maltratada. Mi padre era un anarquista autodidacta, pero que
tenía a la cultura en una especie de altar, como era frecuente
entre los anarcos. Y recuerdo que un amigo varios años
mayor que yo me pidió prestado el libro y mi padre accedió
bajo amenaza que debía devolverla en quince días. Mi amigo
cumplió, y es ahí donde yo me detengo a mirarla. Pero yo no
tenía la edad adecuada, no era mi momento, de modo que la
pasé por alto. Años más tarde volví a intentarlo y descubrí,
también en la biblioteca paterna, una edición en prosa de un
señor español llamado Cuyás de la Vega. Era también una
edición barata de los años 30, pero allí entendí el argumento
y me metí en la Comedia. Después, con la segunda mujer de
papá que era profesora, empecé a estudiar italiano. A mí me
llamaba mucho la atención la influencia que Dante había tenido
en muchos poetas anglosajones que me interesaban, como
Pound o Eliot, y eso también sirvió de estímulo.
–¿Allí te planteaste la posibilidad de una traducción?
No, traduje dos o tres Cantos en aquel momento para ver qué
pasaba. Me llamaba mucho la atención en esas primeras lecturas
la preocupación de Dante por detalles técnicos, o científicos,
por llamarlos de algún modo. Por ejemplo, cuando él sube
a la segunda barca que cruza la laguna Estigia (la primera es la
de Caronte) dice que la barca se hunde un poco porque él es
el único cuerpo físico, el otro es un espíritu. Me llamó la atención
que le diera importancia a esos detalles. O también cuando
pasa el centro de la Tierra aferrado a la pelambre de Lucifer
y Virgilio va delante, en un momento dice Lucifer: “Ahora
debo darme vuelta”. Y en un principio uno piensa que están
volviendo, pero no, es que cruzaron el centro de la Tierra y
pasaron al otro hemisferio. Estos detalles técnicos o científicos
me llamaron mucho la atención. Claro, después pude comprobar
que la Comedia no solo tiene un valor literario, sino que
determina también muchas cosas de la ciencia de su época.
Por ejemplo, ya maneja la idea de los dos hemisferios, lo que
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