Gerencia y modernización de la Administración Pública en el Perú

Un tercer punto es el de los recursos humanos,
que comprenden el servicio civil y el desarrollo de
capacidades. Por un lado está el tema del régimen
público, el desarrollo de la carrera pública, condición
sine qua non para que el Estado mejore, pero por otro
está el tema del desarrollo de capacidades, en que
las entidades públicas y privadas deberían también
estar involucradas.
El otro gran tema es el de la tecnología. En este
quinquenio el gobierno electrónico ha sido esfuerzo
de algunas instituciones y no un esfuerzo sistémico
del Estado. Están demostradas las bondades de
gobierno electrónico en términos de combate a la
burocracia por la automatización de procesos y
procedimientos, en términos de eficiencia operativa,
disminución de costos y reaprendizaje de las
instituciones. Sin embargo, se desconoce por qué la
Oficina de Gobierno Electrónico de la Presidencia
del Consejo de Ministros no ha tenido la misma
fuerza de las entidades autónomas para estar a la
cabeza de estos procesos de desarrollo.
“En el Estado no se está
pensando en reformas o en
innovaciones disruptivas
que cambien las formas de
afrontar los problemas. El
supuesto de abocarse solo a la
modernización es que todo el
viejo Estado es modernizable
y cambiable, y que lo que
se requiere es agilizar
centralmente el viejo modelo
de Estado”.
Por último, se ha hablado del matiz entre reforma y modernización del Estado. Efectivamente, queda
claro que la modernización es continua, pero también que hay la necesidad de un salto, no un salto
fuera de las posibilidades reales del país, pero sí un giro cualitativo. Esto se da porque la línea base de
la que partimos, siendo desigual, en general está bastante retrasada. Se debe diferenciar a las entidades
de vanguardia, que son las menos numerosas, de las entidades rezagadas, que son las más abundantes.
Es bueno que se mire la vanguardia, para que sirva de ejemplo, y en ese sentido Ciudadanos al Día está
realizando una estupenda labor. Pero en el Estado no se está pensando en reformas o en innovaciones
disruptivas que cambien las formas de afrontar los problemas. El supuesto de abocarse solo a la
modernización es que todo el viejo Estado es modernizable y cambiable, y que lo que se requiere es
agilizar centralmente el viejo modelo de Estado. Un supuesto que subestima los daños irreversibles
que se han hecho al Estado en algunas de sus franjas en los últimos cuarenta años, pero que sobre
todo olvida que el nuevo Estado en los entornos nacionales globalizados actuales, es cada vez más
diferente del Estado que surgió luego de la segunda posguerra. Por eso se requiere otro régimen, ya no
solo en términos de régimen de personal, sino otro régimen global, otra arquitectura, otra delimitación
de sectores integrados y entidades autónomas, otras modalidades de asignación de los recursos
presupuestales, otras formas de apertura a la población y a la rendición de cuentas, otras formas de
prestación cada vez más virtualizadas, otras formas de colaboración público-privada.
Esas cuestiones se seguirán desarrollando desde CENTRUM Católica y desde el terreno privado, que
constituye nuestro campo, pero compartiendo preocupaciones comunes con nuestros colegas de la
Facultad de Alta Dirección y de la Escuela de Gobierno de nuestra Universidad, pues justamente una
de las cosas propias de nuestro tiempo es la obsolescencia de fronteras demarcadas en el siglo XIX
entre lo público y lo privado.
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