FORMA

Alter ego /G OURMET
WMax: Llegamos en invierno y vimos la casa donde está el restaurante,
la calle vacía… “¿Pero qué has comprado?”, le pregunté.
Stefano: Y yo me lo llevé de fiesta. No dormimos en tres días y
Stefano alucinó con la ciudad: las chicas, los gitanos, los afters…
Max: …me convenció. Y fuimos a por todas con un restaurante
veneciano tradicional. Nosotros no somos chefs creativos. Buen
producto y unos cuantos platos excepcionales. Cambiamos poco la
carta. No hacemos menú. Al Xemei vienes a lo que vienes.
CARA DURA Y CASUALIDADES
Hay cosas que no planificas y, sin quererlo, te sitúan en el mapa.
Estar donde has de estar en el momento que has de estar. Ejemplos...
¿Cuándo empieza a estar de moda el Xemei?
Stefano: Han habido unos cuántos episodios que nos han ayudado.
¡Además de hacer las cosas bien claro! Cuando terminamos la
reforma, hicimos una fiesta. Una amiga trajo un par de tiradores de
cerveza que había robado de unos barriles y ese mismo día Carlinhos
Brown celebró un carnaval que pasó justo por la puerta. Pasaron
cientos de personas, pusimos altavoces y no paramos de vender
cerveza. Vino la poli, denuncias... ¡Pero hicimos un dineral!
¿Dijisteis que no cobrasteis por la cerveza?
Max: ¡Claro! Ese dinero nos fue genial. Después empezó la temporada
del Festival Grec. Uno de los escenarios es el Teatre Lliure, que está al
lado. Después de las funciones venían actores, público... Y una noche,
dos semanas después de abrir, apareció Paolo Conte. Y eso se supo.
¡Buen comienzo!
Stefano: Relativamente. Al cabo de unos meses nos cerraron el local.
Teníamos más de 50 denuncias de vecinos porque nunca cerrábamos
la terraza. El dueño anterior tenía una placa que ponía restaurante y
yo no había mirado bien los papeles y ¡solo era un bar! En 24 horas
nos precintaban el garito, así que movilizamos a amigos como
Muchachito Bombo Infierno y la liamos. Yo me encerré en el
restaurante con la inspectora y los de la guardia urbana. Después de
dos horas, quedamos en que no lo cerraban, pero nos cortaban el
gas. Vamos, que nos quedábamos sin cocina durante 60 días.
Max: Y tuvimos la gran idea cocinar en casa. Vivíamos al otro lado de
la calle, y un fregaplatos de Bangladesh iba con los platos para arriba
y para abajo. El problema era cantar la nota. ¡Y que la gente aplaudía
cuando llegaba el plato! A los 15 días teníamos más denuncias que
antes. Los de la guardia urbana no sabía que hacer con nosotros, así
que nos dieron un provisional y nos abrieron el gas. ¡Jajaja!
¿Algo más?
Stefano: Woody Allen. El local ya funcionaba a tope. Nos reservó una
mesa y no llegaba. A las dos horas vendí la mesa, y de repente
aparecieron. Dos semanas después Mariscal, el diseñador, me envió
un artículo de The Guardian. Una página entera que decía que en
Barcelona había un restaurante italiano que si no tenías reserva no
comía ni Woody Allen. Ya ves.
Stefano: Otra clienta ilustre es Patti Smith. Cuando vino le gustó tanto
que empezó a cantarnos en la cocina. ¡Hay un vídeo en Youtube!
Tenéis otro restaurante en el Born: el Bar Brutal.
Max: Nos apasiona el vino, así que hace tres años, junto a Joan
Valencia, que vende vino, decidimos abrir un local de vinos naturales.
Encontramos un sitio pequeñito, que de repente vimos que tenía 100
NOS CERRARON EL LOCAL POR
RUIDO, ASê QUE COCINçBAMOS
EN UN APARTAMENTO CRUZANDO
LA CALLE. ERA UN LêO TREMENDO
metros cuadrados más de almacén. Nos lo quedamos. ¡Y después de
unas semanas nos enteramos que tenía licencia de restaurante
porque había vendido aceitunas, anchoas...! ¿Suerte o no?
Así que fue un restaurante de éxito desde el principio.
Stefano: Sobre todo porque se quemó el Xemei, y teníamos tantas
reservas que empezamos a desviar a gente al Brutal, aunque la comida
es diferente. Así, hasta que volvimos a abrir el Xemei, pusimos de
moda el Brutal. ¡Perfect timming!
¿Y lo de Can Pizza?
Íbamos a montar un chiringuito en Castelldefels, frente al mar. Nos
fuimos a la montaña con un amigo para hablar del proyecto. Y no sé
cómo, el domingo por tarde, después de esquiar, con un resacón
importante, acabamos en el centro del Prat, vestidos de esquí,
negociando por un bar de alterne-brasería cochambroso en una
antigua cochera. A mi colega se le ocurrió el nombre: Can Pizza. Así
que de un chiringuito acabamos montando una pizzería de éxito. ̇
RETRATOS: CÉSAR NÚÑEZ. FOTOS LIBRO: MARIANO HERRERA.
114 EGO/PRIMAVERA 2017