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C AR&DRIVER<br />
L<br />
a derrota es hermosa. Te das<br />
cuenta una tarde de domingo,<br />
afuera llueve, las botas manchadas<br />
de barro junto al quicio de la<br />
puerta, el motor del coche aún<br />
templado, dejándose seducir por condensación: vapor de agua,<br />
aceite y nubes bajas. Aunque corras, el peligro de ser abducido<br />
por un videoclip de Amaia Montero, te calientas las manos<br />
con una taza humeante, un chorrito de whisky, hoy toca japonés,<br />
para equilibrar el dulzor. Pies en alto, chimenea, una<br />
sonrisa de aceptación, quédate con esa palabra. Hace unos<br />
días te han eliminado en una ronda de las que se nombran<br />
con números ordinales y no con fracciones de final. Eres tenista<br />
y llevas 17 años en el olimpo de los elegidos. Eres en<br />
concreto David Ferrer, tienes justo el doble de esos años –uno<br />
menos que Roger Federer, subraya ese dato también– y, aunque<br />
el depósito de gasolina te dure menos que antes, la mente<br />
carbura como nunca: en los últimos meses has aprendido<br />
tanto como en esas casi dos décadas en la cumbre.<br />
DE LA ITV AL DIVÁN<br />
Paréntesis en el flashback. Estamos en el Club de Campo de<br />
Madrid, el circuito elegido por EGO para recorrer el sinuoso<br />
mapa de la mente del deportista de élite. ¿Cómo volver a<br />
competir después de una temporada difícil y cuando el reloj<br />
biológico ha entrado en modo cuenta atrás? ¿Qué hacer para<br />
no temblar a la sombra del monstruo de la portada, que siempre<br />
viene a verte en todas las entrevistas? Dar con ese reajuste<br />
es como hacer malabares con los inyectores, el turbo, el<br />
conmutador y la brida de impulsión. “Ahora mismo estoy<br />
pasando la ITV”, dice Ferrer sobre su propio motor, el buen<br />
humor siempre funciona para engrasar las piezas. El tema<br />
pide psicoanálisis a gritos, así que vamos al diván, un zoom<br />
extremo en pleno partido sobre la frente del tenista que llegó<br />
a ser número 3 del mundo en el verano de 2013 y que, si pierde<br />
este punto, y lo va a perder, caerá por debajo del puesto<br />
20. Los bucles de pensamientos negativos, la olla a presión<br />
que silba hasta provocar sordera y vacío. David coge el volante.<br />
Todo suyo. No es habitual escuchar a un deportista con un<br />
discurso tan trabajado, no hace falta acotación alguna:<br />
“Cosechar más derrotas de lo que estaba acostumbrado ha<br />
sido para mí una experiencia nueva. Este deporte es una montaña<br />
rusa y hay momentos en los que estás más limpio mentalmente<br />
y otros en los que no estás al cien por cien y puedes<br />
entrar en barrena. En esas fases me he apoyado, sobre todo,<br />
en mi equipo técnico –por supuesto también en mi familia y<br />
mi entorno personal–, pero al final es el jugador en sí el que<br />
tiene que salir, el que tiene que valorar y entender el porqué<br />
de las cosas. La palabra que<br />
lo resume todo es aceptar. Yo<br />
he aceptado que es ley de vida,<br />
que ha llegado una generación<br />
nueva de tenistas que vienen<br />
pegando fuerte, ¡bastante han<br />
tardado! Aceptar que pierdes<br />
más que antes es un proceso<br />
que hay que pasar, pero una<br />
vez lo has hecho ves el futuro<br />
con fuerza, sobre todo, mentalmente.<br />
Ahora sé que acepto<br />
la derrota, y ese es el primer<br />
paso para empezar de cero y<br />
volver a ganar. Porque mi<br />
motivación sigue intacta; si<br />
no, no jugaría. Puede que no<br />
aguante tanto como antes<br />
cuando juego contra un rival<br />
de 25 años, pero cuento con<br />
otras armas, como la experiencia,<br />
para no darme contra<br />
una pared. Sobre todo tengo<br />
la ambición de ganar más títulos,<br />
de escalar puestos en<br />
ÇQue las chicas<br />
generen tanto<br />
dinero en el<br />
tenis es bueno<br />
para todosÈ<br />
el ranking, de jugar la Copa Davis con mis compañeros de<br />
generación –con Feliciano, Verdasco, Rafa…–, de volver a sentir<br />
esas emociones. Y lo mejor es que ahora juego más por mí<br />
mismo. Siempre lo he hecho, pero es verdad que cuando estás<br />
arriba tanto tiempo, la presión lo complica todo. Cuando eres<br />
más joven e inmaduro sufres por dentro, vives en una burbuja<br />
desde la que no ves lo que estás consiguiendo. El ser humano<br />
siempre quiere más, nunca se conforma, y eso es positivo<br />
para competir pero te impide ser feliz. Y cuando estás<br />
feliz, las cosas salen más fácil. Ahora me propongo todo como<br />
un reto nuevo, afronto cada torneo como si fuera el último”. •<br />
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