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esa es una de las fuerzas fundamentales con las que cuenta el<br />
policial: se pueden abordar algunas temáticas que serían muy<br />
polémicas desde otro tipo de géneros. Todo lo que hago decir<br />
sobre el nazismo por boca de mis personajes, no hubiese<br />
podido hacerlo sin ser catalogado como lo peor en cualquier<br />
otro contexto. Este fragmento, que marca con acierto, sería<br />
incomprendido, pero lo que ocurre es que resulta totalmente<br />
cierto: Mongolia se mantuvo ajena a Occidente no solo en sus<br />
conflictos bélicos, sino respecto a casi todo.<br />
–No obstante esa distancia entre Mongolia y el mundo<br />
occidental, no deja de ser curioso que los nómadas<br />
toman como modelo, por ejemplo, una serie como CSI.<br />
¿Cómo se vive esa contradicción? Es así, pero para mí<br />
no constituye ninguna contradicción. Los nómadas pueden<br />
fusionar sin inconvenientes una cultura oral, escrita, radial<br />
o televisiva. No es esto una amenaza, algo que puede poner<br />
en peligro al nomadismo. En Occidente se suele asociar al<br />
nomadismo a figuras que atraviesan por un paisaje hermoso,<br />
en armonía con lo que les rodea, cuando en realidad es todo lo<br />
contrario: el nomadismo es una técnica de supervivencia en un<br />
medio hostil. No hay nómadas donde no hay medio hostil. La<br />
tradición lo que intenta es transmitir precisamente esta técnica<br />
de supervivencia. El peligro no es que vean CSI o Doctor<br />
House, sino que pierdan esa tradición, porque de hacerlo verán<br />
seriamente amenazada su supervivencia física.<br />
–¿El verdadero peligro para la extinción del nomadismo<br />
no estaría dado por la ilusión del consumo y<br />
el canto de sirenas de las ciudades? Absolutamente…<br />
Al principio no se entendía bien, pero el gobierno central<br />
de Ulan Bator se aplicó a seducir sobre todo a los jóvenes<br />
con una política muy cínica que tiene por fin, obviamente,<br />
acabar con el nomadismo, pues lo considera un obstáculo<br />
para el desarrollo económico. De un modo muy sutil, en el<br />
peor sentido del término, introdujeron entre los nómadas un<br />
concepto que para ellos era desconocido: el de propiedad.<br />
Esto permitió a los especuladores fortalecer el mercado<br />
inmobiliario, por una parte, y luego hacer concesiones a<br />
grandes empresas mineras extranjeras vaciando la estepa de<br />
nómadas. Cuando al fin del riguroso frío de los inviernos los<br />
nómadas perdieron todo su ganado –es decir, todo, ya que es<br />
el único medio de subsistencia con el que cuentan, debido a<br />
que no tienen tierras donde pastar– el gobierno les dio 700<br />
metros cuadrados en las afueras de Ulan Bator para que instalen<br />
sus yurtas allí. Y además eso fue publicitado como una<br />
buena medida. Podría haber sido un buen paso, si esa acción<br />
hubiese estado acompañada por una política humanitaria que<br />
contemplase un plan social que les permitiera integrarse a la<br />
economía del país. Sin embargo, lo único que les proveyeron<br />
son esos 700 metros cuadrados rodeados por un muro, donde<br />
viven desbordados y en condiciones miserables.<br />
–Además de la amenaza que significa para su identidad,<br />
lo que puede derivar en otro tipo de problemas… Exacto.<br />
El hecho de alejarlos de la estepa es criminal. Viven allí desde<br />
los días de Genghis Khan. Los mongoles son tres millones<br />
y medio de habitantes, más o menos. Hasta hace veinte años,<br />
un cuarto de la población vivía en Ulan Bator y el resto en la<br />
estepa. Hoy casi la mitad de la población está en la capital, lo<br />
que significa que una cuarta parte ha emigrado para asentarse<br />
en la ciudad. Y esto tiene otro significado aún más dramático:<br />
hay 700.000 pobres más. Ulan Bator depende en gran medida<br />
de los subsidios y donaciones de los organismos internacionales<br />
para ser utilizados en diversos planes de asistencia y ayuda a los<br />
sectores más desprotegidos. Con un cinismo increíble, desplazan<br />
a 700.000 nómadas a la ciudad para aumentar las subvenciones<br />
y ejecutar planes de vivienda, salud, educación que, por<br />
supuesto, nunca llegan a los que más los necesitan.<br />
–Esta situación de corrupción generalizada que describe<br />
en Mongolia, ¿se da en todos los niveles? Sí, dado<br />
que sigue un patrón que todo el mundo conoce: el de un país<br />
que sale de tres generaciones de un régimen soviético muy<br />
duro. No hay que olvidar que Mongolia es el primer país que<br />
devino soviético después del propio imperio. Y lo hizo de<br />
manera muy violenta. Se prohibió desde la escritura hasta los<br />
apellidos. Cuando el régimen terminó, cayeron en un ultraliberalismo<br />
extremo, con una “democracia parlamentaria”,<br />
así, entre comillas. Pero sigue exactamente el mismo modelo<br />
que todos los países del antiguo bloque soviético. Cambiaron<br />
de sistema, con la diferencia que ahora hay más dinero y eso<br />
favoreció un nivel de corrupción que lo atraviesa todo.<br />
–En francés Yeruldelgger forma parte de una trilogía.<br />
¿Pensó en ella desde un comienzo o se fueron sumando?<br />
No, siempre que empiezo un libro sé cómo va a terminar. Y<br />
este lo pensé como una trilogía... De hecho, los dos primeros<br />
los escribí casi al mismo tiempo. Al entrar en la parte final<br />
del segundo me di cuenta de que todavía tenía algo más que<br />
decir acerca de Mongolia, su geopolítica y el medio ambiente.<br />
Al mismo tiempo, advertí que expulsar a Yeruldelgger de la<br />
policía no me resultaba satisfactorio. En el primero intenté que<br />
pudiera aplicar las antiguas tradiciones para resolver los problemas<br />
modernos; en el segundo, que se enoje sin ser colérico.<br />
Pude encontrarle un final más armonioso para su relación con<br />
el mundo, consigo mismo y también conmigo