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paraWeb_Quid_69

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Semblanza<br />

uno<br />

38<br />

EL<br />

HOMBRE<br />

MUERTO<br />

A ochenta años de su partida, recordamos a HORACIO QUIROGA.<br />

Sus cuentos –varios de ellos ya clásicos de la literatura hispanoamericana<br />

del siglo XX– están impregnados de la fatalidad con<br />

que vivió su vida. Las imágenes que acompañan esta nota son<br />

de Irupé Tentorio y formaron parte del homenaje que la Dirección<br />

General del Libro, Bibliotecas y Promoción de la Lectura le hizo<br />

al escritor en la Biblioteca Güiraldes<br />

POR Nando Varela Pagliaro<br />

La costa del Paraná en San Ignacio<br />

El viejo cruza la calle, la mirada perdida, el paso resuelto.<br />

Se lleva una mujer por delante que lo mira con desprecio,<br />

porque el tipo tiene el pelo y la barba larga y parece un loco<br />

desencajado. Entra en la ferretería y pide cianuro, que el<br />

empleado le extiende impasible. Después camina las doce<br />

cuadras que lo separan del hospital, deteniéndose a veces<br />

para tomarse de las paredes, cuando el cansancio y el dolor<br />

–punzante, agudo– lo agobian. A las dos de la tarde, el hall del<br />

Hospital de Clínicas es un hervidero de gente, y al entrar de<br />

repente, se acuerda de los hormigueros que corroen la tierra<br />

roja de la selva, pero se escurre en los pasillos y desaparece<br />

como quien conoce perfectamente su casa. Una vez en la<br />

habitación, el día transcurrirá tan lento como el goteo de los<br />

medicamentos que le pasan a través del suero. Pero cuando<br />

caiga la noche y el último médico termine la ronda de guardia,<br />

no le temblará la mano para concretar lo que vino pensando<br />

y en el vaso final de whisky, de contrabando, encontrará una<br />

muerte tan rápida como tantas otras que presenció.<br />

Porque Horacio Quiroga tuvo una vida marcada por la<br />

tragedia. A los seis meses de haber llegado al mundo, su<br />

padre muere accidentalmente al dispararse su escopeta de<br />

caza. A sus 18 años, con esa misma arma, su padrastro se<br />

mata deliberadamente. Solo cinco años después, mueren<br />

sus dos hermanos mayores, víctimas de la fiebre tifoidea. Al<br />

año siguiente, de un tiro, mata accidentalmente a su mejor<br />

amigo, el escritor Federico Ferrando. Cuando tenía 37,<br />

su primera mujer, con la que llevaban casados cinco años, se<br />

suicida a su lado, envenenándose en Misiones. En 1937, el<br />

propio Quiroga tomará esa misma decisión, a la edad de 58<br />

años, luego de haber sido diagnosticado con un cáncer de<br />

próstata intratable e inoperable.<br />

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