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VIDA GOURMET
EL RESTAURANT DE LA BODEGA:
una experiencia gastronómica
Moderno y confortable, el restaurant Saurus tiene una espectacular
vista sobre los viñedos desde sus enormes ventanales.
Adentro, el servicio es esmerado y la propuesta gastronómica,
de alta cocina, se encuentra a cargo del chef Ezequiel
González, quien con probada maestría explora las posibilidades
de los productos regionales. Su última carta tentaba con
Pulpo a la leña con maíz rallado, remolachas, frutillas y reducción
de balsámico, riñoncitos de cordero envueltos en panceta,
papas doradas, pasta de tomates ahumados y criolla, o lomitos
de ternera con emulsión de arvejas, gel de Pinot Noir y hongos
y papines rellenos. Solo para dar una idea.
POR Mónica Tracey
Los viñedos que ganaron
el desierto patagónico
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Como un valle encantado en medio del desierto, San Patricio
del Chañar, en Neuquén, es un bello corredor de viñedos,
una suerte de milagro que empezó a gestarse hace poco más
de quince años. Allí plantó sus vides y se estableció un grupo
pequeño de bodegas que, junto a sus pares de la zona de
General Roca, en Río Negro, pusieron en el mundo los vinos
de la Patagonia, que poseen características especiales dadas
por su uva estrella, la Pinot Noir, que crece allí como en
pocas regiones, compartiendo, de hecho, latitud con la región
francesa de Burdeos.
Una de estas bodegas quedó unida al origen de estas tierras
desérticas por un fabuloso descubrimiento. Durante las excavaciones
previas a su construcción, se hallaron restos de una
especie hasta entonces desconocida de Dinosaurio, de la familia
de los Titanosáuridos, al que se denominó Panamericansaurus
Schroederi, por el apellido de los dueños de esa tierra, quienes
suspendieron la edificación hasta que un grupo de paleontólogos
concluyeran la extracción de los restos. En la base de la
bodega se recuerda el lugar exacto del hallazgo, con una réplica
de los huesos encontrados y una de las vértebras originales, que
se les permitió conservar. El pequeño museo está ubicado justo
al lado de la sala de degustación, donde se hace inevitable ligar
la alegría de esos excelentes vinos y espumantes con aquellos
lejanísimos momentos de nuestros orígenes. El dinosaurio
hallado data de hace 75 millones de años.
Con esa mística siguió adelante el emprendimiento de la familia
Schroeder que se había iniciado en 2001, cuando se plantaron
los viñedos. En el año 2003 se hizo la primera cosecha,
en tanto que la bodega se inauguró en 2004, saliendo, en 2005,
al mercado sus primeras botellas. De 150 hectáreas de viñedos
se obtiene una producción de dos millones de botellas al año,
todas con uvas propias, que se dividen en partes iguales entre
vinos y espumantes. “Somos una bodega a escala pequeña, ni
boutique ni de gran producción, no queremos crecer más en
ese sentido. Nuestro proyecto nació con el objetivo de hacer
los mejores vinos y espumantes que esta tierra permita. Tenemos
una producción con menos kilos por hectárea que la de
otras provincias y la mano de obra es más cara. Se suele decir
que las bodegas patagónicas estamos condenadas a la calidad, y
ese es nuestro desafío, estamos concentrados en hacer un vino
distinto, con valor agregado”, dice Roberto Schroeder, uno
de los cuatro hermanos a cargo del emprendimiento y CEO
de Bodegas Familia Schroeder, quien inició el camino como
un proyecto de inversión y confiesa que se ha transformado en
una verdadera pasión. “La producción de vino no es un proceso
productivo más, es una actividad muy especial que genera
pasión en todos los que intervienen”, agrega.
Lo que da su distinción a esos vinos es justamente la tierra, el
clima, los vientos que ayudan a combatir las plagas y a evitar
los pesticidas, y que, sumados a la amplitud térmica, hacen que
las uvas desarrollen una piel más gruesa, que genera mayor
concentración de aromas y color. Las características de la zona
brindan vinos con una acidez más marcada, con mayor color,
más calcáreos y minerales.
Algunas de las líneas de vinos de la bodega celebran el hallazgo:
Saurus, Saurus Select y Saurus Barrel Fermented. La línea
top es Familia Schroeder, que además de varietales de Malbec,
Pinot Noir y Merlot, ha logrado dos excelentes blends, uno de
Pinot Noir y Malbec, y otro de Cabernet Sauvignon, Malbec,
Merlo y Cabernet Franc. Muchos de ellos han recibido importantes
premios nacionales e internacionales.
El proyecto incluyó desde sus inicios la elaboración de
espumantes, proyecto para el que fue elegido un experi-
mentado enólogo ex Chandon, Leonardo Pupatto, quien
elabora estos productos con el método Charmat. Logró una
gran aceptación de consumidores y especialistas en todas sus
burbujas. El primero de los espumantes en salir al mercado
fue el Deseado, un dulce natural de uva Torrontés, que se lleva
el lauro de ser el producto más vendido de la bodega, y uno
de los más vendidos entre los dulces en la Argentina. No hace
mucho, la línea se completó con el Deseado Rosé, sumando
Malbec al Torrontés. También tienen un extra brut, Saurus,
con la tradicional fórmula Chardonnay-Pinot Noir, y el Rosa
de los Vientos Rosé Nature, un magnífico espumante de Pinot
Noir. Para su décimo aniversario, la bodega festejó con la salida
de su espumante top, el Familia Schroeder Brut Nature, 60%
de Pinot Noir y 40% de Chardonnay, sencillamente exquisito.
Para viajeros amantes del vino resulta imprescindible hacer
una parada en San Patricio del Chañar y visitar la bodega,
abierta al turismo, que puede recorrerse con guías expertos
y cuyo itinerario culmina en una generosa sala de degustación.
Se recomienda efectuar el paseo por la mañana, para
después almorzar en el restaurant Saurus, que merece un
capítulo aparte
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