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cas de explotación de recursos naturales que descuidaron la<br />

sustentabilidad de los mismos. Para la Agencia de Protección<br />

Ambiental de los Estados Unidos, el cambio climático global se<br />

debe a factores naturales y otros derivados del comportamiento<br />

humano. Antes de la irrupción de los humanos, el cambio<br />

climático resultaba enteramente de causas naturales, como<br />

variaciones en la órbita de la tierra, modificaciones en la actividad<br />

solar o erupciones volcánicas, pero, desde el comienzo de<br />

la era industrial en Gran Bretaña a partir del año 1750 en que<br />

comenzó la primera Revolución Industrial, la actividad de los<br />

habitantes de la Tierra agregó billones de toneladas de GEI a<br />

la atmósfera. En conclusión, el hombre ha sido y es el protagonista<br />

del cambio climático.<br />

–Hay un capítulo muy interesante dedicado a los aspectos<br />

fiscales del cambio climático global. ¿Puede darnos<br />

algún ejemplo de esas sanciones, su operatividad y a<br />

quién se dirigen? El cambio climático es una “externalidad<br />

negativa” global que, por lo tanto, requiere un sistema de “cooperación<br />

fiscal internacional”, que “internalice” estos costos<br />

ambientales. Recordamos que una “externalidad negativa”<br />

es un perjuicio colectivo que no es afrontado totalmente por<br />

quien lo causa, por ejemplo, una fábrica que derrama desechos<br />

tóxicos sobre el sistema de cloacas y no paga por ese perjuicio<br />

a la sociedad. Una “externalidad negativa” se “internaliza”,<br />

cuando se la evita y entonces el contaminador absorbe los costos<br />

o cuando el costo de la reparación recae totalmente sobre<br />

el causante del daño. Existen varios instrumentos de política<br />

fiscal, que son eficaces para “internalizar” esta “externalidad<br />

negativa”, a saber: impuesto a las emisiones contaminantes<br />

de las energías fósiles, cuotas –cap-and-trade–, asignadas por<br />

subasta o por las autoridades y la generación de bonos “verdes”<br />

que permitan efectuar una transacción, a nivel global, de las<br />

emisiones, eliminación de subsidios a las energías fósiles,<br />

otorgamiento de subsidios a las energías limpias, combinación<br />

de los instrumentos previos. Debemos mencionar que Canadá<br />

ya aplica impuestos a las emisiones de CO2. La provincia de<br />

British Columbia introdujo el impuesto al carbono en el año<br />

2008, con un gravamen de 23 dólares la tonelada. Alberta<br />

grava, con un impuesto de quince dólares la tonelada de CO2,<br />

las emisiones generadas por los combustibles fósiles. Ontario<br />

próximamente aplicará también impuestos a la emisión de<br />

CO2. El Primer Ministro Justin Trudeau, anunció la aplicación,<br />

en todo el territorio, de un impuesto que aumentará, año<br />

a año, y llegará a 38 dólares la tonelada en el año 2022.<br />

–¿Podría hablarnos sobre algunas de las pautas destinadas<br />

a salvar el clima sin paralizar la economía? Sí.<br />

Básicamente, es necesario acelerar la transformación hacia el<br />

bajo consumo de carbono, integrando al clima en el proceso<br />

de toma de decisiones económicas. Esto exigirá un acuerdo<br />

internacional climático que sea firme, duradero, equitativo y<br />

que procure: reducir gradualmente los subsidios a los combustibles<br />

fósiles, introducir precios predecibles para el CO2,<br />

bajar los costos de capital para la nueva infraestructura en<br />

bajo consumo de carbono, incrementar la innovación en las<br />

técnicas clave de bajo consumo de carbono –como las energías<br />

limpias–, generar sistemas de tránsito urbano energéticamente<br />

eficientes y, obviamente, detener la deforestación de<br />

bosques naturales.<br />

–Volviendo a nuestro país, ¿cuáles son los riesgos más<br />

graves que corremos? El Banco Mundial presentó en mayo<br />

de 2016, el informe: “Argentina: Análisis Ambiental del País”,<br />

en el cual se sostiene que el deterioro ambiental cuesta nada<br />

menos que el 8% del PBI. Este informe considera los desafíos<br />

que enfrentan el medio ambiente y los recursos naturales en<br />

nuestro país. Las evidencias consideradas en el informe sostienen<br />

las siguientes afirmaciones: entre 2001 y 2014, la Argentina<br />

perdió más del 12% de sus zonas forestales, lo que equivale<br />

a perder un bosque del tamaño de un campo de fútbol cada<br />

minuto y se compara con una pérdida de cubierta forestal del<br />

7,4% en Brasil, y de 6,3% en el mundo. Durante ese mismo<br />

período, nuestro país se posicionó en el noveno puesto en lo<br />

tocante a la pérdida forestal a escala global. En la provincia de<br />

Santiago del Estero se dieron los mayores niveles de desmonte<br />

en el mundo. Casi toda la deforestación, el 93%, ocurrió en el<br />

norte de la Argentina. Las inundaciones son el mayor desastre<br />

natural que amenaza a nuestro país y representan el 60% de<br />

los desastres naturales y el 95% de los daños económicos. La<br />

mayor frecuencia de los eventos climáticos extremos aumenta<br />

los retos ambientales y la vulnerabilidad de la población.<br />

Por ejemplo, las precipitaciones más intensas y erráticas<br />

incrementan la probabilidad de inundaciones urbanas, en<br />

especial cuando no existen sistemas de drenaje adecuados ni<br />

planificación urbana apropiada, o cuando falta mantenimiento<br />

o instrumentación correcta de los sistemas existentes. Se<br />

espera que las temperaturas en aumento coloquen mayor<br />

presión sobre el suministro de agua en las partes del país que<br />

sufren mayor estrés por escasez de este recurso; una mayor<br />

probabilidad de olas de calor, junto con temperaturas más<br />

elevadas, tendrá efectos adversos sobre la salud humana y la<br />

infraestructura –en especial, el transporte y la electricidad–, lo<br />

que activa una mayor demanda de electricidad para enfriar el<br />

ambiente, con un impacto desproporcionadamente negativo<br />

sobre los sectores más pobres. Ello implica, entre otras cosas,<br />

costos operativos adicionales para la infraestructura pública<br />

crítica, como los hospitales y las escuelas. Supeditado al comportamiento<br />

de las tecnologías de generación de energía y del<br />

transporte, la contaminación del aire también puede aumentar<br />

como efecto secundario de ello. Las proyecciones sugieren<br />

que el país, en su totalidad, experimentará un aumento de las<br />

temperaturas promedio y las regiones Norte y Central también<br />

tendrán mayores precipitaciones. Hasta 2039, las temperaturas<br />

aumentarán un promedio de 0,5-1° C, y, para 2090, se proyecta<br />

que las temperaturas en el norte de la Argentina suban un<br />

promedio de 4° C, mientras que en el sur el aumento solo será<br />

de 1,1° C. Las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI)<br />

han aumentado en forma constante en la Argentina y el sector<br />

energético se ha convertido en el principal contribuyente<br />

individual. Los recientes niveles de subsidios a los precios de la<br />

energía ayudaron a los elevados niveles de emisiones de GEI y<br />

a la degradación ambiental.<br />

–Por último: ¿qué es la COP 22 y cuáles son sus perspectivas<br />

a corto y largo plazo? En el mes de noviembre pasado<br />

deliberaron en Marrakech 198 países, convocados por Naciones<br />

Unidas, para enfrentar el cambio climático. La principal<br />

conclusión de esta reunión, COP 22, fue definir que el 2018<br />

será el año en que deberá estar concluido el documento implementando<br />

el Acuerdo de París de 2015. Argentina hizo un<br />

significativo aporte a esta COP 22, ya que procedió a mejorar<br />

la oferta previamente presentada en la COP 21 de París. En<br />

esta nueva propuesta se apunta a reducir efectivamente las<br />

emisiones contaminantes de gases de efecto invernadero. Donald<br />

Trump ya es el presidente de los Estados Unidos, lo que<br />

constituye un hecho importante para el futuro de las relaciones<br />

internacionales entre esta nación líder con grandes potencias<br />

como Rusia, China, la Unión Europea y, también, con su<br />

vecino, México, pero también para algo que definirá el futuro<br />

de nuestra Tierra: la implementación de acciones globales para<br />

proteger al planeta del cambio climático. La política de abatimiento<br />

de las emisiones contaminantes que impulse este nuevo<br />

gobierno republicano en los próximos cuatro años del mandato<br />

presidencial tendrá un gran impacto sobre el comportamiento<br />

de las restantes potencias “contaminadoras”. En el mundo<br />

hay alrededor de 200 naciones, pero son 190 las naciones que<br />

representan apenas un tercio de las emisiones causadas por los<br />

combustibles. Nada menos que dos tercios de estas emisiones<br />

corresponden a China, Estados Unidos, Unión Europea, India,<br />

Rusia y Japón. Es evidente que no habrá una solución global<br />

efectiva para evitar el calentamiento global que no parta de un<br />

acuerdo básico entre estos seis grandes contaminadores. Desde<br />

ya que este acuerdo puede no ser suficiente, pero sí es necesario.<br />

No parece que estas cinco naciones vayan a hacerse cargo<br />

del esfuerzo propio que pueda negar Trump

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