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¿A quién no le gusta la música? Es el lenguaje universal que
te traslada a emociones. Yo venía explorando el arte performático
y experimental y Julián me convenció de hacer
algo pop. En realidad nunca pensé que me iba a dedicar a
la música, porque no me creía virtuosa o eso me decían mis
padres. Porque en mi casa se valoraba el virtuosismo y cada
hijo debía seguir su talento innato. El mío era el dibujo, el
de mi hermana el canto, etc. Pero después me di cuenta que
mi búsqueda pasaba por otro lado, y que los músicos que yo
admiraba no eran los más afinados y que eso no importa, que
lo más atractivo de ellos es su rotura, su imperfección y su
capacidad de crear y expresar algo que nos cambie la vida. Lo
más interesante en la vida es lo que sale mal.
–Como artista plástica, llegó a exponer en el exterior
y tiene una cantidad importante de obras. ¿Cómo comenzó
y cómo fue desarrollándose a lo largo del tiempo
esa faceta suya? Dibujo desde chica. Las artes plásticas
tenían su propio espacio en la casa de mis padres y también
en la de mis abuelos. Era la cocina, el living, el dormitorio, el
baño y el taller de arte. Recuerdo que a los 5 años mi mamá
me llevó a un concurso de arte de niños y me dejó sola ante
una hoja y lápices. Yo veía que todos los otros niños estaban
pintando con ayuda de sus padres. Y yo me quedé sola y feliz
creando mi propio mundo y gané el tercer premio. Y así, sola
y feliz, viví en las ciudades con mayor oferta cultural, como
Londres, París, Nueva York y Tokio, gracias a mi profesión
como modelo. Recorrí todas las muestras de arte que pude,
tomé clases y dibujé a quien pude en el tiempo que tuve.
Generalmente era en los backstages de los desfiles y castings.
Entonces las modelos se convirtieron en las protagonistas de
mi obra. Y me empezaron a llamar para colaborar con casas
y medios de moda como Vogue, Harvey Nichol’s, DKNY,
Harper’s Bazaar, The Telegraph, etc. Mi arte se convirtió
en moda. Pero me volví a Buenos Aires porque mi arte se
había convertido en moda. Y yo quería explorar otras cosas,
otros temas. No quería ser la ilustradora de la moda, sino
una artista. Y me di cuenta de que no había vivido ciertas
cosas necesarias para una artista. Ciertas realidades, como
relacionarme con gente diversa, con gente real. Noté que allá
transitaba por un falso mundo y que en mi ciudad iba a poder
desarrollarme en un espacio propio. Entonces, volví al taller.
Ahora me inspiran las mujeres reales. Expuse en algunos
lugares y tengo una galería que me representa en Nueva York
y otra en Barcelona.
–Se evidencia que su vocación artística es fuerte. ¿Alguna
vez quiso ser otra cosa? No, jamás. Siempre quise
tener una profesión artística. De chica quería ser bailarina y
después actriz para poder estar en varios mundos a la vez.
–Su trayectoria como modelo es enorme, entre otras
cosas, porque trascendió por mucho el ámbito local,
¿cuáles son los hitos más importantes? Primero que todo
haber vivido en ciudades tan hermosas y estimulantes. En el
plano profesional el haber trabajado para Margiela, Chanel,
Balenciaga, Jean-Paul Gaultier, Marc Jacobs, Calvin Klein y
haber pasado tiempo con sus directores creativos como Karl
Lagerfeld, Nicholas Ghesquiere, Alexander Wang,
etc. Haber sido retratada por fotógrafos muy talentosos como
Steven Meisel, Patrick Demarchelier, Francesco
Carrozzini para revistas como Vogue, Love, Dazed &
Confused, Harper’s Bazaar, V Magazine… Todos encuentros
y experiencias muy enriquecedoras y llenas de adrenalina. No
me considero una top model, pero estoy satisfecha.
–¿Referentes en el mundo de la plástica y en el mundo
de la moda? Dentro de la plástica mencionaría a Tracey
Emmin, Ana Gallardo, Christian Boltanski, Niki De
Saint Phalle, Ai Weiwei, Marlene Dumas, Van Gogh,
Grete Stern, Kara Walker. Y en la moda: Martin Margiela,
Yohji Yamamoto, Elsa Schiaparelli, Yves Saint
Laurent, Nicholas Ghesquiere, Franca Sozzanni,
Raf Simons, Vivienne Westwood.
–Se define como feminista, ¿por qué? ¿Cómo y cuándo
empezó a interesarse por la problemática de la mujer
en general? Porque soy mujer y porque viví situaciones de
violencia de género. Siempre fui de luchar mucho por los
derechos que me correspondían, no como mujer sino como
ser humano. Vengo de una familia religiosa y en la religión
la mujer ocupa un lugar más abajo que el hombre, pero
por suerte en mi familia tuve ejemplos de mujeres fuertes.
Me despertaron las ganas de trabajar sobre el feminismo y
la problemática que sufrimos a partir de ciertas relaciones
mías y que veía a mi alrededor, inundadas en violencia física
y psicológica. Siempre traté de volcar todo en mi obra como
una especie de duelo o consuelo. Conocí mujeres fabulosas
e inspiradoras. Estos temas tratan el feminismo desde la
idea de partir de nosotras mismas: “Las chicas sean unidas”.
También creo que hay mujeres que dejan su talento y carrera
de lado para poder estar al lado de cierto tipo de hombre, hay
mucho temor, mucha cobardía. El hombre tiene que dejar de
incomodarse ante el éxito de una mujer y la mujer tiene que
ser más militante de su individualidad. Yo me apoyé mucho
en las mujeres que fui encontrando en mi camino. Me parece
que todavía tenemos naturalizadas ciertas situaciones e ideas
que nos metieron en la sociedad, en la educación, en la cultura…
Y son ideas erradas, machistas, de mucha desigualdad y
no nos damos cuenta. La violencia es diaria, está en la calle al
alcance de todos. La sufren tanto las mujeres como los hombres.
Hay muchas presiones aún, muchos prejuicios por el
género, sexualidad, apariencia, por la clase social, etc. Y entre
las mujeres y todos los que adhieran a mejorar esta situación
pido, con Strass, cooperación, unión, valentía, apertura,
entendimiento y rebeldía. Y que nadie calle ni tenga miedo,
porque acá estamos todas en la misma. El mundo tiene que
volverse más femenino para frenar con tanta violencia