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126 SOBRE LA VIOLENCIA<br />
verdad»; y que, lo que resulta aún peor, es improbable que<br />
una sociedad civilizada de cualquier clase pueda sobrevivir<br />
a la desaparición de estas curiosas instituciones cuya principal<br />
función social y política descansa precisamente en su<br />
imparcialidad y en su independencia de la presión social y<br />
del poder político. El poder y la verdad, ambos perfectamente<br />
legítimos por sus propios derechos, son esencialmente<br />
fenómenos distintos y su prosecución determina estilos de<br />
vida existencialmente diferentes: Zbigniew Brzezinski, en<br />
«America in the Technotronic Age» (Encounter, enero de<br />
1968) advierte este peligro pero, o se resigna o no se muestra<br />
al menos indebidamente alarmado por la perspectiva.<br />
<strong>La</strong> «Tecnotrónica», cree, nos conducirá a una nueva «supercultura»<br />
bajo la guía de los nuevos «intelectuales orientados<br />
a la organización e inclinados a la aplicación» (véase<br />
especialmente el reciente análisis crítico de Noam Chomsky,<br />
«Objectivity and Liberal Scholarship», en op. cit). Pues<br />
bien, es mucho más probable que esta nueva raza de intelectuales,<br />
anteriormente denominados tecnócratas, nos conduzca<br />
a una época de tiranía y de profunda esterilidad.<br />
Sea como fuere, lo cierto es que la politización de las<br />
universidades por el movimiento estudiantil fue precedida<br />
por la politización de las universidades por los poderes establecidos.<br />
Los hechos son sobradamente conocidos como<br />
para que sea necesario subrayarlos, pero bueno es recordar<br />
que no se trata simplemente de una cuestión de investigación<br />
bélica. Henry Steele Commager denunció recientemente<br />
a «la Universidad como Agencia de empleos» (The<br />
New Republic, 24 de febrero de 1968). Desde luego «por<br />
mucha imaginación que se derroche no puede decirse que<br />
la Dow Chemical Company, los Marines o la CÍA sean empresas<br />
docentes» o instituciones cuya finalidad sea la búsqueda<br />
de la verdad. El alcalde John Lindsay suscitó la cuestión<br />
del derecho de la Universidad a «denominarse a sí