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98 SOBRE LA VIOLENCIA<br />
Sorel mantuvo su fe marxista en la clase trabajadora<br />
fue la de que los trabajadores eran los «productores»,<br />
el único elemento creativo de la sociedad,<br />
aquellos que, según Marx, estaban llamados a liberar<br />
las fuerzas productivas de la Humanidad; lo<br />
malo era que tan pronto como los trabajadores habían<br />
alcanzado un nivel satisfactorio en sus condiciones<br />
de trabajo y de vida, se negaban tozudamente<br />
a seguir siendo proletarios y a desempeñar su<br />
papel revolucionario.<br />
Décadas después de que murieran Sorel y Pareto<br />
se tornó completamente manifiesto algo más, incomparablemente<br />
más desastroso para esta concepción.<br />
El enorme crecimiento de la productividad<br />
en el mundo moderno no fue en absoluto<br />
debido a un aumento de la productividad de los<br />
trabajadores, sino exclusivamente al desarrollo de<br />
la tecnología y esto no dependió ni de la clase trabajadora<br />
ni de la burguesía, sino de los científicos.<br />
Los «intelectuales», tan despreciados por Sorel y<br />
Pareto, dejaron repentinamente de ser un grupo<br />
social marginal y surgieron como una nueva élite<br />
cuyo trabajo, tras haber modificado en unas pocas<br />
décadas las condiciones de la vida humana, casi<br />
hasta hacerlas irreconocibles, ha seguido siendo<br />
esencial para el funcionamiento de la sociedad.<br />
Existen muchas razones por las que este nuevo grupo<br />
no se ha constituido, al menos todavía, como<br />
una élite del poder; pero hay también muchas razones<br />
para creer, con Daniel Bell, que «no sólo los