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TRAUMAS EMOCIONALES

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aplicación mucho más amplia, quiere usarlo de modo<br />

particular acerca de la manera en que Dios puede cambiar<br />

a las personas que sufren y hacer de ellas ayudadores<br />

de otros.<br />

Pablo empieza reconociendo el hecho de que vivimos<br />

en un mundo caído, imperfecto, doliente. Inmediatamente,<br />

alguien puede objetar. «Ya estoy cansado<br />

de predicadores que vuelven a repetir esto constantemente.<br />

¿Por qué tiene que haber tanto dolor y sufrimiento<br />

en este mundo?»<br />

Las importantes palabras en esta protesta son este<br />

mundo, y son precisamente el punto en que pone<br />

énfasis Pablo. Sufrimos porque es este mundo, no<br />

algún mundo de ensueño que quizá nosotros desearíamos<br />

tener, algún mundo utópico sobre el que podemos<br />

trazar fantasías y desear vivir en él. Vivimos en<br />

este mundo de después de la Caída, a este lado del<br />

Edén, este paraíso perdido en que entró el pecado por<br />

haberlo así querido los hijos de Dios. En este mundo,<br />

echado a perder por el mal, no ya el mundo perfecto<br />

planeado por Dios, con frecuencia -quizá siempretenemos<br />

que contentarnos con su voluntad condicional<br />

y permisiva. Pablo estaba diciendo realmente: «¡Enfrentaos<br />

con la realidad! No podéis volver al mundo<br />

anterior a la caída; no podéis vivir en un mundo de<br />

sueños.» Después dice que todo este mundo, la creación<br />

total desde lo inanimado al hombre, es deficiente.<br />

El mundo está sufriendo en espera de un nuevo nacimiento,<br />

una redención final para la naturaleza y la<br />

humanidad, en la cual seremos personas nuevas con<br />

cuerpos y mentes nuevas, y todo será recto y bueno.<br />

Pablo no está diciendo que Dios necesita nuestros<br />

pecados y nuestras debilidades, nuestros fracasos y<br />

nuestros errores para poder obrar sus designios y su<br />

voluntad en este mundo. Pero, en este mundo caído,<br />

~stos son sólo los materiales con los cuales puede realIzar<br />

su voluntad providencial y permisiva. Si pudiéramos<br />

seguir todo el daño y sufrimiento humanos, podríamos<br />

descubrir que en último término son el resultado<br />

del pecado de alguien, quizá muchas generaciones<br />

atrás. Si pudiéramos seguir una herida bastan-<br />

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te tiempo atrás, podríamos ver que sigue a lo largo<br />

de muchas debilidades y emociones dañadas que han<br />

pasado a través de genes imperfectos, paternidad imperfecta<br />

y realización imperfecta.<br />

Así que cuando alguien en mi despacho ha derramado<br />

su historia de penas y termina, a veces añade:<br />

«Pero una de las cosas que me han ayudado es que<br />

después he sabido que a él (o a ella) le ocurrió algo<br />

semejante, y que también sufrió a causa de sus padres,<br />

su familia, etc. Al saberlo, empecé a comprender<br />

e incluso sentí compasión.» Siempre estoy contento de<br />

oír esto, porque sé que la compasión puede traer aceptación,<br />

y la aceptación puede dar nacimiento al amor.<br />

El que está a nuestro lado<br />

Pablo aplica esta profunda teología a un área muy<br />

práctica: el lugar en que vivimos con nuestras emociones<br />

dañadas y nuestros problemas. «El Espíritu nos<br />

ayuda en nuestras debilidades» (Ro. 8:26). ¡Gracias a<br />

Dios! Él no nos deja solos; no somos abandonados a<br />

nuestros escasos recursos para que salgamos del atolladero<br />

como podamos, para vivir vidas de derrota.<br />

¡No! Porque nuestro Médico herido, nuestro Sumo<br />

Sacerdote, Jesucristo, «fue tocado por los sentimientos<br />

de nuestras debilidades». Jesús, el Hijo de Dios,<br />

se identificó con nosotros los hombres cuando pasó a<br />

ser el Hijo del Hombre. No sólo conoce nuestras debilidades,<br />

sino también nuestros sentimientos. Comprende<br />

el dolor del rechazo, la ansiedad de la separación,<br />

el terror de la soledad y el abandono, las nubes<br />

negras de la depresión. Estas debilidades, estos<br />

golpes devastadores, ÉIlos conoce, los comprende, los<br />

siente. Es nuestro Médico herido, el que fue «herido<br />

por nuestras transgresiones», que «llevó nuestras iniquidades<br />

y nuestras enfermedades».<br />

Por el hecho de que Cristo es el Médico herido, porque<br />

comprende plenamente, cuando estaba a punto de<br />

dejar este mundo, prometió que no dejaría solos a sus<br />

amigos, sino que volvería a ellos, enviándoles el Con-<br />

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