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Lactopress Diciembre 2017

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Logran convertir yogur griego en combustible (¡con bacterias!)<br />

IR A NOTA ORIGINAL<br />

Las bacterias son un auténtico todoterreno en la naturaleza. Son microorganismos muy versátiles que son capaces<br />

de aprovechar muchas moléculas distintas, como compuestos orgánicos, metales, minerales o residuos, para<br />

obtener energía o alimento. Los científicos lo saben muy bien, y trabajan con ellas de forma cotidiana para aprovechar<br />

sus capacidades y limpiar zonas contaminadas o producir combustibles y otras cosas interesantes.<br />

Científicos de Estados Unidos y Alemania han probado a alimentar a bacterias con yogur griego, en concreto les<br />

han dado el suero que sobra en el proceso de fabricación, y han logrado que estos microbios fabriquen moléculas<br />

útiles para hacer biocombustibles y piensos de animales. La investigación que lo ha hecho posible se ha publicado<br />

en la revista Joule.<br />

La fabricación de yogur griego produce fundamentalmente tres residuos: lactosa, fructosa y ácido láctico.<br />

Gracias a esta investigación, científicos de la Universidad de Cornell (EE.UU.) y de Tubinga (Alemania) han logrado<br />

que los microbios aprovechen estas moléculas y que fabriquen dos compuestos: ácido caproico (también llamado<br />

ácido hexanoico) y ácido caprílico (conocido además como ácido octanoico). ¿Para qué sirven ambos?<br />

Los dos se caracterizan por tener propiedades antimicrobianas, y por eso son útiles para complementar el pienso y<br />

sustituir los antibióticos. Además de eso, y con un poco de procesamiento, se pueden usar como base para<br />

fabricar biocombustible para aviones.<br />

Según Lars Angenent, investigador en la Universidad de Cornell, ambas opciones son atractivas económica y<br />

socialmente: «El mercado agrícola parece pequeño, pero tiene una gran huella de carbono (lo que quiere decir<br />

que libera una cantidad muy importante de dióxido de carbono, un gas de efecto invernadero capaz de acelerar<br />

el calentamiento global), así que convertir el ácido (del yogur) en una materia prima que los animales pueden<br />

comer es un ejemplo de ciclo cerrado que una sociedad sostenible necesita». Esto quiere decir que el proceso<br />

evita liberar a la atmósfera parte del carbono que las vacas extraen de las plantas. Esta investigación también<br />

resulta interesante para el mercado energético. Según Angenent, el combustible es más barato, y por eso menos<br />

rentable, pero su demanda es prácticamente infinita.<br />

La fabricación de estos dos ácidos, el hexanoico y el octanoico, se llevaría a cabo en biorreactores, cubas donde<br />

los microbios crecen de forma controlada gracias al aporte de nutrientes. En principio, sería posible que estos<br />

microbios produjeran los productos durante meses en un mismo reactor. Los investigadores creen que hay un gran<br />

margen para mejorar las capacidades de los reactores: «Hay mucho que se puede hacer para optimizar el proceso<br />

de extracción y aumentar (escalar) la producción», ha dicho Angenent. «Podemos aprender más sobre la<br />

naturaleza de los microbiomas (las comunidades de microbios que llevan a cabo esas reacciones) y sobre la<br />

biología implicada, y tratar de averiguar si esta tecnología puede ser aprovechada con otros residuos».<br />

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