25.05.2020 Views

!A tus ordenes!

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Me masajeo las sienes, agobiada, pensando que la obsesión por el chico que

tengo a mi lado empieza a rozar limites muy preocupantes. Estoy segura de

que si Lindsay o Cora se enterasen de esto, terminarían encerrándome en un

psiquiátrico. O algo peor.

“Estás perdiendo el norte, Charlize!”, murmuro, desviando la cabeza hacia mi

subordinado. Es tan guapo que casi duele mirarle. ¿Cómo no voy a tener

sueños eróticos con él? Las luces del avión se apagan y todo el mundo parece

decidido a recuperar la paz perdida y dormir un rato, pero yo no. Estoy

decidida a mantenerme ocupada y despierta hasta que aterricemos en la

capital de España.

Me levanto de mi asiento con sigilo y esquivo a Tom para salir al pasillo.

Desde hace un buen rato, el olor de mis pies húmedos me está enervando y he

decidido aprovechar el momento para lavármelos como buenamente pueda.

El servicio del avión, como era de esperar, es pequeño e incómodo. Además,

el grifo del lavabo queda a bastante altura y tendré que convertirme en una

auténtica contorsionista profesional para lograr llegar a él. Vuelvo a

recordarme a mí misma que no tengo calcetines de repuesto en el bolso, así

que me pondré los zapatos con los pies desnudos y tendré que arriesgarme a

sufrir ampollas por rozaduras.

Enciendo el grifo, me remango el pantalón y, levantando la pierna hasta

donde soy capaz, meto el pie bajo el chorro de agua fría. Pienso en ese

instante en la estúpida de Sherlyn y lo perfecta que ha venido vestida para

comerse tantas horas de vuelo; tacones, pantalones pitillo que cortan la

respiración y un top ceñido que marca sus dos destacados atributos. ¡Puag!

¡No la soporto!

Con gran esfuerzo, comienzo a frotar con jabón mi pie. Mantenerme a la pata

coja y conseguir frotar en esta postura es un verdadero logro para mí. Diez

minutos después, termino de lavarme el derecho y paso al izquierdo. Estoy

aún enjabonándolo cuando escucho a una azafata a través del altavoz

comunicando que, en breves instantes, pasaremos otro pequeño tramo de

turbulencias.

— ¡Joder…! — murmuro, intentando terminar con mi pie lo antes posible.

Después de tantísimo esfuerzo no pienso quedarme a medias. Pero al parecer

el término de “breves instantes” es muy relativo porque, tan sólo unos

segundos después, el avión comienza de nuevo a tambalearse y a pegar

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!