You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
— ¿No me ha oído? — me dice, arrancándome el asa de las maletas de mis
manos — . ¡Que llevo más de hora y cuarto esperándola, demonios!
¿De verdad me está hablando de esas formas?
— Creo que no sabe quién soy… — murmuro, dibujando una sonrisa
socarrona en el rostro.
¿Pero éste tío quién se ha pensado que es?
— ¡Oh, claro que sé quién es usted! — exclama, indignado, dándose la
vuelta y comenzando a caminar hacia la carretera. Como no quiero quedarme
atrás, le sigo, manteniendo la cabeza alta y los aires de indignación presentes
— . Es Charlize Tremblay, ¿verdad?
— Claro que soy Charlize Tremblay.
— ¿Ve cómo lo sabía? Charlize Tremblay — repite, imitando mi tono de voz
con burla — , soy Charlize Tremblay. La tardona que ha llegado una hora y
cuarto más tarde.
Aprieto los puños, rabiosa, y le lanzo una mirada asesina.
— Mire… He tenido un viaje muuuy largo y ahora mismo me siento
exhausta. Siento mucho la tardanza, pero me he desubicado en el aeropuerto
y, la verdad, no ha sido agradable. Ahora, si no le importa, lo único que
quiero es llegar a mi hotel y descansar un buen rato.
El hombre con pinta — y acento — de americano se detiene junto a un
coche. Abre el maletero, y mientras introduce mis maletas en él sin ninguna
delicadeza, me responde.
— Pues prepárese y póngase cómoda, señora Tremblay… Aún queda un
largo viaje hasta el hotel.
— Señorita, no señora. ¿Y qué es eso de que aún queda un largo viaje?
— inquiero, preocupada.
El hombre me escruta de arriba abajo con gesto de pocos amigos.
— Está bien, señorita — admite finalmente — . Aún nos quedan unas cuatro
o cinco horas de viaje hasta llegar a Asturias.