El cos: objecte i subjecte de les ciències humanes i socials El ...

debe entonces ser estudiado no sólo como el contenedor de unos conocimientos sino que
incluye también la decisión de cómo estos son evocados, utilizados y representados, de
manera que es en el acto que ese poder adquiere significación. ¿Cómo se relaciona el cuerpo
con el mantenimiento y redimensión de la memoria de este grupo, y cómo se vincula a los
procesos económicos, político-sociales que definen la identidad afrovenezolana?
Ahora bien, en este caso particular nos encontramos con dos temas de discusión importantes
dentro del estudio de las ciencias sociales: género y raza. Así, la forma biológica y el color del
cuerpo se manifiestan como el envío inmediato de información pública de una historia, y
constituye aquí la primera experiencia perceptiva que comprende un amplio marco de
significados. Si partimos de la afirmación de que el cuerpo actúa como mediador social en
relación a un pasado reelaborado en el presente, y evocando un posible futuro, podremos
identificar en él los elementos que componen la mayoría de los procesos de lucha social.
En el caso de la reconstrucción-rescate de la cultura afrovenezolana, al igual que como vemos
en los estudios afro de Brasil, el cuerpo es uno de los ejes principales de referencia para la
lucha por la igualdad social, representada por la caracterización del Ser negro. Por un lado se
produce la idea de Ser negro-afrodescendiente, y por otro se materializa en la experiencia
personal de esa idea, reproduciendo así su potencia performativa-pública. Ahora bien, no
podemos dejar de identificar estos procesos dentro de marcos de referencia rituales, en los que
entra en escena la relación de los diferentes roles que ejerce el cuerpo como medio para la
resistencia y la construcción de la identidad de grupo a través de dos espacios de acción: por
un lado en los procesos cotidianos de pequeñas luchas y manifestaciones sociales, y por otro
el escenario de interpretación musical y danza afrovenezolana.
III. Aula A IMF:
El motor humano: la representación termodinámica
del cuerpo humano y social
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Stefan Pohl Valero
Pontificia Universidad Javeriana, Colombia
En la Europa del último tercio del siglo XIX la imagen de una compleja máquina térmica, regida
por las leyes de la termodinámica, se convirtió en una de las principales metáforas que
explicaban la operatividad del universo, la sociedad y el cuerpo. La optimización del motor
humano se convirtió en un objetivo esencial para el progreso de la sociedad. Desde esta
perspectiva, la ley de la entropía aplicada a la máquina humana se tradujo en el concepto de
fatiga. Si hasta la segunda mitad del siglo XIX la resistencia al trabajo era condenable en
términos morales relacionados con la pereza, dentro del nuevo paradigma energético, la fatiga
representó la principal causa de resistencia al trabajo. En la medida que el cuerpo humano se
identificó como un mecanismo que convertía energía en trabajo, las leyes de la termodinámica
fueron aplicables a la actividad humana y a la administración de la sociedad.
El concepto de la “fuerza de trabajo” reflejó este paradigma termodinámico. El cuerpo era el
sitio donde la fuerza de trabajo –una forma de energía– era convertida en la energía requerida
para hacer funcionar el sistema fabril de las nuevas ciudades industriales. Este concepto se
convirtió así en una mera medida energética, en un valor físico completamente separado de los
aspectos sociales de las formas y condiciones del trabajo. La llamada “cuestión obrera” pareció
entonces un problema solucionable a través de las ciencias naturales. A finales del siglo XIX
expertos en fatiga, en nutrición y en la fisiología del motor humano buscaron obtener una
supuesta solución “neutral” y objetiva a los conflictos políticos y económicos propios de las
ciudades industrializadas. Esta aproximación científica buscó los medios para maximizar la
productividad mientras se conservaban las energías de los cuerpos obreros.
En esta ponencia se explorarán algunas de las reformas y proyectos sociales en España y
otros países europeos que estuvieron informados por la doctrina del productivismo, doctrina
que uno de sus principales representantes, el químico, industrial y filósofo social belga Ernest