El cos: objecte i subjecte de les ciències humanes i socials El ...

Creencia y posesión explican las imputaciones diabólicas a la utilización por otros agentes de
las mismas prácticas, pues sólo opera una racionalidad compartida. Nos centramos, pues, en
las expresiones, lenguajes sólo —textos—, que permitieron el disciplinamiento en el ámbito de
la España cristiana, eclesiastizada, del siglo XVIII. Las encontramos en los expedientes de la
Inquisición, concretamente del Tribunal del Santo Oficio de Granada. En ellos se despliega
todo el conjunto de procedimientos judiciales para tantear las actividades de los acólitos del
diablo. Primero, el interrogatorio y su registro. Se impone un discurso único: el lenguaje
ingenuo o cándido con que narran sus experiencias los declarantes cambia bruscamente a la
acusación maledicente, cuando algún indicio, —cuentan—, les hacía sospechar la presencia de
normas contra la iglesia, lo que casi inmediatamente les llevaba a la consulta con sus
confesores y, en su caso, a la delación. Lo sobrenatural aparece, por tanto, bajo forma de
inscripción en el texto, bajo la forma de la respuesta positiva y exigida a la doctrina de la
Inquisición ante cuyo tribunal debían defenderse los propios delatores. O sea, el texto como
iniciador de una actividad simbólica por la que se encauzan o condenan conductas y se fijan
las experiencias somáticas de las personas como embusteros, supersticiosos o ilusos. O como
maleficiados y poseídos, esto es enfermos.
Nerviosismos, extravagancias, rarezas y otros estigmas
la producción del cuerpo patológico y subversivo en la cultura española del fin-de-siècle
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Isabel Clúa Ginés
Institut Interuniversitari
d’Estudis de Dones i Gènere
El fin-de-siècle ha sido definido como una época de crisis e inseguridad cultural cuya
característica fundamental es el trazado de una fuerte normativa sobre el sujeto articulada
sobre el concepto de enfermedad, patología, desviación, es decir sobre unos lugares
discursivos que pasan de lo biológico a lo sociológico, de lo orgánico a lo moral sin apenas
distinción.
Tal normativa se materializa, de forma privilegiada, en cuerpos disidentes y marginales: el
criminal, el degenerado, el loco, ... “ilegales de la naturaleza” (usando la afortunada expresión
de Campos, Martínez Pérez y Huertas) que encarnan, por una parte, la lógica inquebrantable
de los organismos (atendiendo, por ejemplo, a las leyes de la herencia y la evolución,
formuladas y afianzadas durante el XIX) pero también la posibilidad de ruptura de esa lógica,
en tanto que desvelan los términos y procesos mediante los que se fija el ideal de normalidad.
Cuerpos, en definitiva, que devienen un espacio límite, un texto abierto sometido al artificio
discursivo, cuya inteligibilidad depende de la frágil línea que separa lo anómalo y lo desviado.
En este trabajo me propongo valorar algunos textos literarios de la época (de autores como
Antonio de Hoyos y Vinent, Emilia Pardo Bazán, Eduardo Zamacois, entre otros) para explorar
cómo tematizan las tensiones entre el discurso normativo sobre cuerpo y sujeto y las
posibilidades de subversión que encarnan los cuerpos enfermos, degenerados, extravagantes,
que los protagonizan.
Cuerpo emocional del primer franquismo y construcción de la “identidad femenina”. El
proyecto feminista de María Laffitte frente al discurso científico.
Rosa Mª Medina Doménech
Universidad de Granada
En esta comunicación analizaré la construcción de una concepción encarnada de las
emociones en el primer franquismo y, en particular, del amor sexual. Para ello analizaré, en
espejo, la contribución de una autora feminista, María de los Reyes Laffitte Pérez del Pulgar
(1902-1986), frente a la de médicos y psiquiatras de las dos primeras décadas del franquismo.
Médicos y psiquiatras (López Ibor, Vallejo Nájera, Rof Carballo, Malabia, Laín Entralgo, Linares
Maza, etc.) entrecruzaron diversas concepciones procedentes de autores foráneos del campo