Informe central - Prensa Red

14 - UMBRALES - CRÓNICAS DE LA UTOPÍA
Informe central
Es claro
también que
el aumento
de las enfermedades
y
muertes en
el trabajo son
resultado de
la falta de
prevención.
No parece
extraño,
entonces,
aspirar a un
sistema que
privilegie la
negociación
colectiva de
los sistemas
preventivos.
Salud laboral: una mirada
desde los trabajadores
Por Eugenio Biafore*
A
mediados del año 95 nacía la
ley de riesgos del trabajo. Se
trata del producto legislativo
más representativo de los arreglos
neoliberales sancionados en la
Argentina a lo largo de esa negra
década. Más allá de los objetivos
escritos en su texto, el fin implícito
de su articulado se dirigió en dos
direcciones.
En primer término, se planteó
alejar al trabajador y sus organizaciones
naturales de la discusión y
su pretensión de incidir activamente
sobre las condiciones y el
medioambiente del trabajo. En ese
marco, los ritmos productivos dominados
por lógicas de polivalencia,
flexibilidad interna, y ausencia de
formas de organización sindical,
incorporados a sangre y fuego en
los años 70, eran garantizados
mediante la expulsión de la voz del
trabajador y sus organizaciones en
las formas y planes de prevención,
las que se entregan a las manos
de técnicos y profesionales.
Desde este punto de vista, el objetivo
fue exitoso. En el año 2011,
sobre el total de convenios colectivos
y de acuerdos celebrados a
nivel de actividad (615 unidades),
el 93% refirió a cuestiones salariales.
Del resto, 31 han incorporado
alguna cláusula respecto a comisiones
de seguridad e higiene (http://
www.obderechosocial.org.ar/docs/
anual_nc_2011.pdf).
En segundo término, la norma
posibilitó la creación de un potente
fondo de divisas para operarlo en
los mercados financieros, sostenido
por el aporte de los empresarios
y “administrado” por aseguradoras
con fines (voraces) de lucro.
Esas administradoras son a la vez
aseguradoras del empleador frente
al trabajador y son las responsables
de gestionar, otorgar y pagar las
prestaciones al trabajador afectado
y/o sus familiares. Dicho de otra
manera, nacieron por mandato legal
con un interés propio enfrentado
al del trabajador afectado, ya que
como es lógico a un sistema especulativo,
su aspiración de obtener
ganancias ubican a la vida del trabajador
y su salud como una ecuación
central (negativa) de su negocio.
Para apuntalar este aspecto, la ley
creó un sistema de obstáculos y
vallados. Eliminó toda posibilidad
de reclamar las consecuencias
invalidantes de las enfermedades
accidentes, reconocidas en
Argentina desde hacía más de
cincuenta años (Art. 6 inc.2) “…
Las enfermedades no incluidas en
el listado como sus consecuencias
en ningún caso serán consideradas
resarcibles...”) y creó un
sistema administrativo laberíntico
obligatorio para el trabajador
en busca de una calificación de
“laboral” de su invalidez o muerte
y la determinación de un grado de
incapacidad.
Prohibió así la posibilidad al trabajador
de reclamar ante la Justicia
en base a la normativa civil donde
se establecieron prestaciones en
dinero raquíticas y alguna de ellas
pagaderas en cuotas, a través de
productos típicos del sistema de
seguros.
Asimismo, visibilizó como trabajador
solo a aquellos registrados, con
lo cual desplazó de toda cobertura
a una franja inmensa de trabajadores
no registrados, precarizados e
informales.
El alto precio que la salud de los
trabajadores pagaba para favorecer
el clima de negocios e inversiones
productivas fue expuesto y denunciado,
una y otra vez, en la justicia.
Así, por fin, la Corte Suprema de
Justicia reconoció la injusticia
descarnada que el sistema legal
encarnaba. Así lo dijo en CASTILLO
ANGEL C/ CERAMICA ALBERDI
– 07/09/04; AQUINO ISACIO C/
CARGO SERV. INDUS. - 21/09/07;
MILONE JUAN C/ASOCIART
26/10/04LLOSCO RAUL C/ IRMI
S.A. - 12/06/07; y numerosos
otros fallos que cuestionaron distintos
aspectos de la ley, siempre
desde la crítica central de haber
abandonado a la especulación al
sujeto de preferente tutela, los
trabajadores.
Es claro que la alta judicialización
del sistema es resultado de la pobreza
de sus prestaciones y las dificultades
para obtener certezas del
sistema respecto a la calificación
laboral de las dolencias y los niveles
de gravedad de la incapacidad.
Es claro también que el aumento
de las enfermedades y muertes en
el trabajo son resultado de la falta
de prevención.
No parece extraño, entonces,
aspirar a un sistema que privilegie
la negociación colectiva de los
sistemas preventivos, organizados
en torno a la representación de los
trabajadores elegidos democráticamente
y con tutela sindical, ni
que aspiremos a la incorporación
obligatoria en acuerdos y cláusulas
convencionales de tales negociaciones.
Aspiramos, también, a desalojar
del sistema de prevención y reparación
de enfermedades y accidentes
toda forma de intermediación de
agentes con fines de lucro y que
ese lugar lo ocupe el Estado.
Aspiramos a crear un sistema de
prevención y reparación de los
riesgos del trabajo integrado a un
sistema de salud de manera de
asegurar la prestación automática y
universal a todo trabajador registrado
o no registrado.
Aspiramos a que el trabajador tenga
libertad para elegir los caminos
del reclamo que crea necesarios
sin limitación alguna.
Aspiramos, por fin, a que la ley
haga honor a la tradición del
movimiento obrero argentino y sus
luchas emparentadas, desde su
origen, con su derecho y vocación
de discutir los procesos de trabajo
y su organización para que sean
factor de vida. n
* Abogado laboralista, investigador,
asesor letrado de CTA Córdoba y de
asociaciones sindicales.