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Con esa manía posmoderna por la<br />
abstracción de los símbolos que tan<br />
eficazmente utiliza la publicidad capitalista<br />
–inaugurada, en un mundo<br />
globalizado y dependiente, por el Imperio<br />
con el 11S–; en nuestro país el 7D es identificado<br />
por los propagandistas oficiales y paraoficiales<br />
bajo una especie de “Ábrete Sésamo” de<br />
la comunicación en la Argentina. Pareciera que<br />
todo está por ocurrir a partir de entonces, como<br />
si la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual<br />
hubiera nacido de un repollo.<br />
En medio de tanta vocinglería, olvidan mencionar<br />
que esa ley sancionada en 2009 fue laboriosamente<br />
construida ladrillo sobre ladrillo por<br />
los trabajadores de la prensa y la comunicación<br />
junto a organizaciones sindicales, sociales, académicas<br />
y culturales con mucho vigor desde el<br />
retorno de la democracia. Para nosotros, los trabajadores,<br />
siempre ha sido un imperativo ético y<br />
de conciencia en el ejercicio cotidiano y colectivo<br />
de la memoria de nuestros 30 mil desaparecidos,<br />
exigir la derogación del Decreto-Ley de<br />
Radiodifusión de la tiranía oligárquico-militar<br />
firmado con las manos manchadas de sangre de<br />
Videla, Harguindeguy y Martínez de Hoz. Una<br />
vez aprobada la nueva legislación antimonopólica<br />
y de democratización del mensaje comunicacional,<br />
sólo queda del andamiaje del estatuto<br />
del coloniaje neoliberal la Ley de Entidades Financieras,<br />
que sigue garantizando a los bancos<br />
ser los grandes ganadores del modelo a costa de<br />
chuparle la sangre a nuestro pueblo.<br />
Un espectro finito<br />
El empeño por reclamar una nueva Ley de Radiodifusión<br />
fue mucho más enérgico luego de la<br />
crisis de 2001 y concluyó con la redacción de los<br />
21 Puntos para una Radiodifusión Democrática<br />
en 2004, cuando todavía el Gobierno Nacional<br />
y el monopolio Clarín vivían la luna de miel de<br />
una sociedad plagada de jugosos negocios que se<br />
consumaba –según confesiones de la mismísima<br />
Presidenta– en habituales ágapes servidos en la<br />
Quinta de Olivos donde concurría como invita-<br />
UMBRALES - CRÓNICAS DE LA UTOPÍA - 83<br />
do especial el hoy demonizado Héctor Magnetto,<br />
hombre fuerte de la “Corpo”.<br />
Pero vayamos por partes. La Ley de Servicios<br />
de Comunicación Audiovisual, que insólitamente<br />
todavía no se aplica, está únicamente dirigida<br />
a regular las licencias de radio y televisión, propiedad<br />
del Estado. Es decir, ocupan el espectro<br />
radioeléctrico que, como todo el mundo sabe, es<br />
finito. Esto significa que no atañe ni a los medios<br />
gráficos, ni a Internet ni a ningún otro que no<br />
tenga como soporte el audiovisual. Ahora bien,<br />
el Gobierno demoró ocho meses en reglamentar<br />
la nueva ley. Ningún vocero gubernamental ha<br />
podido explicar por qué, si se trata de una norma<br />
de tanta trascendencia, hubo semejante mora en<br />
dictar y aprobar su reglamentación.<br />
La verdad es que la ley está vigente y con posibilidad<br />
de ser aplicada desde su sanción. No se<br />
lo hace por dos motivos: Por un lado, por la férrea<br />
oposición de la prensa hegemónica que utiliza sus<br />
bien aceitados contactos con el mundo político,<br />
empresario, judicial y cultural para llevar adelante<br />
un intensa campaña de acción psicológica<br />
contra la nueva legislación. Por el otro lado, es<br />
insoslayable la responsabilidad del Gobierno. No<br />
hubo voluntad política para llevarla a la práctica<br />
y ahora juega todas sus fichas a esta especie de<br />
finalísima en que se ha convertido el apocalíptico<br />
7D. Bueno es recordar que sólo están judicializados<br />
dos artículos referidos a la adecuación de los<br />
monopolios.<br />
En sala de espera<br />
A quienes nos interesa destacar el avance que<br />
implica que el 33 % de las frecuencias queden en<br />
manos de organizaciones libres del pueblo sin fines<br />
de lucro, compartiendo proporciones en partes<br />
iguales –aunque asimétricas– con los medios<br />
públicos y las empresas capitalistas, tenemos que<br />
subrayar que hace tiempo que se podrían haber<br />
solucionado los problemas de esa franja, la más<br />
vulnerable y, paradójicamente, la más importante<br />
en una estrategia de poder popular. El Estado debía<br />
elaborar, en 180 días, un Plan Técnico. No lo<br />
hizo. Tenía que realizar un censo. No lo hizo. Así<br />
Por Juan<br />
Carlos<br />
Giuliani*