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Oriol Nel·lo Alvar Aalto Eduardo de Miguel ... - Revista Diagonal

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Vuela, vuela, vuela, vuela, vuela, vuela... 1<br />

“Los higos caen <strong>de</strong> los árboles, son buenos y<br />

dulces; y conforme caen, su roja piel se abre. Un<br />

viento <strong>de</strong>l norte soy yo para higos maduros ( … )<br />

Nos ro<strong>de</strong>a el otoño y el cielo es puro, y la tar<strong>de</strong>.<br />

¡Ved qué plenitud hay en torno a nosotros! Y es<br />

bello mirar, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la sobreabundancia, hacia<br />

mares lejanos” 2 .<br />

La literatura, nos dice Italo Calvino, tiene<br />

como misión “la búsqueda <strong>de</strong> la levedad como<br />

reacción al peso <strong>de</strong>l vivir3 . Ya en las primeras<br />

formas <strong>de</strong> literatura oral, en los antiquísimos<br />

ritos contra “la precariedad <strong>de</strong> la existencia <strong>de</strong><br />

la tribu –sequías, enfermeda<strong>de</strong>s, influjos malignos–<br />

el chamán respondía anulando el peso<br />

<strong>de</strong> su cuerpo, transportándose en vuelo a otro<br />

mundo, a otro nivel <strong>de</strong> percepción, don<strong>de</strong> podía<br />

encontrar fuerzas para modificar la realidad3 .<br />

Ahí están también las antiguas leyendas sobre<br />

brujas: “en las al<strong>de</strong>as don<strong>de</strong> la mujer soportaba<br />

el peso mayor <strong>de</strong> una vida <strong>de</strong> constricciones, las<br />

brujas volaban <strong>de</strong> noche en el palo <strong>de</strong> la escoba<br />

o en vehículos más livianos, como espigas o<br />

briznas <strong>de</strong> paja. Antes <strong>de</strong> ser codificadas por los<br />

inquisidores, estas visiones formaban parte <strong>de</strong><br />

lo imaginario popular y digamos también <strong>de</strong> lo<br />

vivido”. Hay que estar atentos a esta última frase<br />

don<strong>de</strong> Calvino revela el gran potencial <strong>de</strong> lo literario:<br />

los mundos imaginarios que crea la literatura<br />

no son sólo una fábula que acaba cuando<br />

terminamos la lectura, sino que traspasan al<br />

mundo real al inspirarnos sobre cómo <strong>de</strong>bemos<br />

guiar nuestra vida. La literatura ha servido <strong>de</strong>s<strong>de</strong><br />

siempre para elevar la existencia <strong>de</strong>l hombre<br />

contando historias que nos muestran que las<br />

privaciones, encaradas con la actitud a<strong>de</strong>cuada,<br />

se <strong>de</strong>shacen como nubes livianas en el cielo.<br />

El <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> aligerar el espíritu se pue<strong>de</strong> encontrar<br />

también en otras artes, como la arqui-<br />

1 De una conversación entre Hannibal Lecter y Clarice Starling<br />

en El silencio <strong>de</strong> los cor<strong>de</strong>ros.<br />

2 Así habló Zaratustra, Nietzsche.<br />

3 Seis propuestas para el próximo milenio, Italo Calvino.<br />

Nil Brullet<br />

tectura, don<strong>de</strong> la voluntad <strong>de</strong> levedad ha estado<br />

presente en distintos momentos <strong>de</strong> la historia.<br />

Imaginemos la sensación experimentada por<br />

un habitante <strong>de</strong> la Barcelona <strong>de</strong>l s.xii al entrar<br />

en la recién acabada Sta. Maria <strong>de</strong>l Mar. Acostumbrado<br />

a la robustez chata <strong>de</strong> las iglesias<br />

románicas, la configuración que adoptaba la<br />

piedra en la nueva basílica <strong>de</strong>bió parecerle increíblemente<br />

liviana. Columnas <strong>de</strong> una esbeltez<br />

impensable hasta aquel momento elevaban el<br />

techo a una altura colosal como si el peso <strong>de</strong><br />

la cubierta fuese insignificante. Los pesados<br />

muros <strong>de</strong> carga <strong>de</strong>l románico con raquíticas<br />

ventanillas <strong>de</strong> alabastro se habían transformado<br />

en <strong>de</strong>lgadas pare<strong>de</strong>s <strong>de</strong> piedra, ampliamente<br />

perforadas por gran<strong>de</strong>s vitrales. La luz entraba<br />

a raudales disolviendo la masividad <strong>de</strong> las pare<strong>de</strong>s.<br />

El templo <strong>de</strong> Dios ya no era un sitio lúgubre<br />

y misterioso don<strong>de</strong> rezar en la penumbra, ahora<br />

toda su magnificencia se nos mostraba <strong>de</strong> forma<br />

clara y evi<strong>de</strong>nte.<br />

Uno <strong>de</strong> los motivos que pue<strong>de</strong> explicar el<br />

paso <strong>de</strong>l pesado románico al ligero gótico es<br />

el profundo cambio i<strong>de</strong>ológico que se produjo<br />

durante el s.xii. La sociedad se apartó <strong>de</strong>l misticismo<br />

<strong>de</strong> los siglos anteriores. El mundo ya no<br />

era visto como algo misterioso creado por una<br />

inaprensible mente divina, sino que se consi<strong>de</strong>raba<br />

que Dios lo había generado mediante<br />

leyes racionales que el hombre podía llegar a<br />

conocer. De este modo, se revalorizó el trabajo<br />

intelectivo lo cual conllevó una transformación<br />

<strong>de</strong> la existencia humana: <strong>de</strong> una vida basada en<br />

el enigma <strong>de</strong> lo corpóreo se pasó a una vida gobernada<br />

por el liviano transcurrir <strong>de</strong> lo mental.<br />

Una <strong>de</strong>smaterialización <strong>de</strong> la experiencia que se<br />

tradujo en una arquitectura más liviana como<br />

la gótica.<br />

Ahora bien, aunque po<strong>de</strong>mos coincidir en<br />

que durante la transición <strong>de</strong>l gótico al románico<br />

se produjo un aligeramiento <strong>de</strong> la arquitectura,<br />

una construcción gótica como Sta. Maria <strong>de</strong>l<br />

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