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Modulo Dos: Antología para el Estudiante - dgespe

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joven y esclarecido general Corona, que sin ostentación, sin ruido y sin más mira que la<br />

de probar con hechos su amor acendrado al pueblo, se ha declarado <strong>el</strong> protector de la<br />

instrucción pública en occidente, ha abierto escu<strong>el</strong>as, las ha dotado, ha comprado libros<br />

de texto liberales y ha echado los cimientos de una sólida enseñanza en aqu<strong>el</strong>los<br />

apartados pueblos. También son dignos de mención, <strong>el</strong> general Arce, gobernador de<br />

Guerrero, que procuró antes de verse envu<strong>el</strong>to en las complicaciones que han surgido allí<br />

por desgracia, establecer en los pueblos desgraciados d<strong>el</strong> sur, la instrucción popular,<br />

como nunca se había visto. El modesto ciudadano Lira y Ortega, gobernador de Tlaxcala,<br />

ha hecho también, en su pequeño y pacífico estado, grandes esfuerzos. El general Félix<br />

Díaz se ha mostrado igualmente activo en Oaxaca respecto de la instrucción pública. Pero<br />

hay gobernadores que tienen manía de construir edificios de lujo, y que son inútiles si falta<br />

la instrucción popular. A estos gobernadores hay que recordarles aqu<strong>el</strong>las palabras de<br />

Víctor Hugo hablando d<strong>el</strong> libro y d<strong>el</strong> edificio: Esto matará aqu<strong>el</strong>lo es decir: la instrucción<br />

será la fuerza; no <strong>el</strong> palacio. Otros gobernadores, no comprendiendo <strong>el</strong> espíritu<br />

eminentemente civil de nuestras instituciones, quieren convertir su estado en cuart<strong>el</strong>, y<br />

sólo piensan en organizar tropita, en vestir oficiales y en crear pretorianos holgazanes,<br />

que no pueden ser más que tiranos en los pueblos agrícolas, mineros e industriales.<br />

Otros, en fin, se sumergen en las ondas de arena d<strong>el</strong> marasmo, de la dejadez, y <strong>para</strong><br />

nada se acuerdan d<strong>el</strong> pueblo inf<strong>el</strong>iz. Pero los más culpables son los que hacen<br />

transacciones con las ideas antiguas, los que tienen miedo a la escu<strong>el</strong>a laica, los que<br />

reb<strong>el</strong>des a las leyes de Reforma, no quieren comprender que <strong>el</strong> Estado no tiene r<strong>el</strong>igión,<br />

ni debe tenerla: que por lo mismo, no deben permitir la enseñanza de <strong>el</strong>la en sus<br />

escu<strong>el</strong>as, porque esto sería hacer imposible la libertad de cultos. Estos gobernadores,<br />

transigiendo con escrúpulos de vieja, y sobre todo, con exigencias de nuestros eternos<br />

enemigos, previenen la enseñanza d<strong>el</strong> Catecismo de Ripalda, o al menos no vigilan que<br />

se proscriba, no procuran la independencia d<strong>el</strong> maestro de escu<strong>el</strong>a respecto d<strong>el</strong> cura, y<br />

no introducen las reformas indicadas en la ley; pero cuyo desarrollo pertenece al<br />

legislador local.<br />

Los Profesores de la ciudad<br />

En México, por ejemplo, los profesores son buenos, y además de reunir un buen<br />

caudal de conocimientos, se muestran laboriosos en sus tareas, y resignados con la triste<br />

posición en que se les tiene. Porque, confesémoslo, están pagados mal, muy mal. Hay<br />

además aquí una cosa notable, y es: que las señoritas que se dedican al profesorado, se<br />

han distinguido en los últimos años por su capacidad <strong>para</strong> tan importante magisterio. Eso<br />

explica <strong>el</strong> por qué en los Estados Unidos, en la Suiza y en Alemania, los tres pueblos<br />

mod<strong>el</strong>os respecto de enseñanza, son preferidas las mujeres <strong>para</strong> ocuparlas en <strong>el</strong><br />

profesorado. La Sociedad Lancasteriana es un seminario de buenos profesores. El<br />

municipio, particularmente, en los dos últimos años en que los regidores de instrucción<br />

pública han sido los ciudadanos Baranda y Bustamante, ha autorizado también a<br />

numerosos profesores, estimulándolos con menciones honrosas. Pero falta algo: falta la<br />

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