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Modulo Dos: Antología para el Estudiante - dgespe

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El maestro de escu<strong>el</strong>a*<br />

Lo que son los curas de pueblo<br />

Ignacio M. Altamirano<br />

A fines d<strong>el</strong> año de 1863 me dirigía a la ciudad de San Luis<br />

Potosí, donde estaba a la sazón <strong>el</strong> gobierno de la República.<br />

La diputación permanente había convocado al Congreso de la<br />

Unión, y yo en mi calidad de diputado, acudía al llamamiento<br />

desde <strong>el</strong> fondo d<strong>el</strong> Sur, en que me hallaba. Para no tocar<br />

puntos ocupados por los invasores, tuve que dar rodeos larguísimos, y en uno de éstos,<br />

atravesando un estado de cuyo nombre no quiero acordarme, llegué un día a un pueblo<br />

de indígenas, bastante numeroso. El alcalde d<strong>el</strong> lugar, deseando proporcionarme un rato<br />

de conversación agradable, vino a buscarme a mi alojamiento, en unión d<strong>el</strong> cura; y éste<br />

me invitó pasar a su casa <strong>para</strong> presentarme a su familia, ver sus libros y hablar conmigo<br />

acerca de las cosas políticas.<br />

Era <strong>el</strong> cura un sujeto parecido en moral a todos los de su especie; pero en lo físico, era<br />

robusto, de mediana talla, regordete, colorado y de carácter alegre y decidor. Llegamos al<br />

curato, que era evidentemente la mejor casa d<strong>el</strong> pueblo, y que ofrecía todas las<br />

comodidades apetecibles, que en vano se habrían buscado en las casas pobres de los<br />

indígenas. Grandes y decentes departamentos, un gran patio con jardín y agua,<br />

caballerizas, pesebres, en donde <strong>el</strong> digno eclesiástico encerraba sus vacas y borregos,<br />

que eran muchos, gran cocina donde trabajaba una crecida servidumbre de molenderas,<br />

cocineras, galopinas y topiles, la cual servidumbre era dada por <strong>el</strong> pueblo, según las<br />

costumbres tradicionales. Por último, <strong>el</strong> señor cura me enseñó sus piezas que eran tres:<br />

la despensa, donde además de otras cosas, había un rico surtido de vinos extranjeros y<br />

d<strong>el</strong> país, <strong>el</strong> oratorio donde tenía una virgencita en un altar coqueto, y su despacho donde<br />

había un estante con algunos libros vulgares de teología moral, historia eclesiástica,<br />

cánones, y sermones, juntamente con algunas de las más bonitas nov<strong>el</strong>as de Pablo de<br />

Kock, que él se apresuró a ocultarme cuando iba yo a examinarlas.<br />

* En Concepción Jiménez Alarcón (comp.), Obras completas XV. Escritos sobre educación, t. I, México, CNCA, 1989, pp.<br />

94-114. [Publicado por primera vez en “Bosquejos”, columna escrita por Altamirano <strong>para</strong> El Federalista, 20 de febrero de<br />

1871. Este texto fue republicado por vez primera en la Revista de la Universidad, UNAM, diciembre 1969; las cursivas<br />

son d<strong>el</strong> original. N. d<strong>el</strong> ed.]<br />

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