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EL SOCIALISMO 459<br />

No podría ser de otra manera. La producción no puede recibir reglas<br />

sino de los consumidores o de los productores. El hecho de que sean<br />

los consumidores quienes se encarguen de ello es una necesidad evidente,<br />

puesto que la producción no tiene su finalidad en sí misma, sino<br />

en el consumo. En su carácter de productor, cualquier ciudadano que<br />

participa en la economía que se funda en la división del trabajo es un<br />

mandatario de la comunidad y debe obedecerla. Y cuando interviene<br />

en la orientación de la producción 10 hace en su carácter de consumidor.<br />

De esta manera el empresario no hace sino asegurar la marcha de<br />

la producción. Es claro que tenga que ejercer cierto poder sobre el<br />

trabajador; pero este poder no es arbitrario. Se ve obligado a servirse<br />

de él de acuerdo con las exigencias de una producción que responda a<br />

los deseos de los consumidores. El asalariado, cuya visión no va más<br />

allá del estrecho horizonte de su diaria tarea, puede considerar que el<br />

empresario regula arbitrariamente la marcha de su negocio. Es natural<br />

que, desde su punto de observación, no distinga las grandes líneas y<br />

el plan de conjunto. Así es, sobre todo, cuando las disposiciones que<br />

toma el empresario lesionan al obrero en sus intereses inmediatos. Le<br />

es imposible comprender que el empresario trabaja bajo el yugo de<br />

una ley rigurosa. Es permisible a este último, sin duda, abandonar la<br />

brida a su fantasía en todo momento. Puede despedir arbitrariamente<br />

a obreros, obstinarse en procedimientos de producción fuera de uso, escoger<br />

expresamente métodos inadecuados de trabajo e inspirarse para<br />

la conducción de sus negocios en motivos extraftos a la satisfacción de<br />

los deseos de los consumidores. Pero, si obra de esta manera, y en la<br />

medida en que 10 hace, debe soportar las consecuencias, y si no se detiene<br />

a tiempo se verá relegado por la pérdida total de sus bienes a una<br />

situación en que no puede ya hacer perjuicio. No es necesario para<br />

esto asegurar un control especial de su conducta. De ello se encarga el<br />

mercado con más rigor y precisión de 10 que podría hacerlo una vigilancia<br />

llevada a cabo por el Gobierno o por otros órganos de la sociedad.<br />

1<br />

Cualquier tentativa para sustituir el predominio de los consumidores<br />

por el de los productores es absurda, porque estaría en contradicción<br />

con el objetivo mísmo de la producción. Ya hemos examinado más de<br />

cerca un ejemplo del caso, el más importante en el mundo moderno:<br />

1 Esto es lo que han desconocido totalmente, por ejemplo, los esposos Webb<br />

(op. cit., pflg. XII) cuando escriben que los trabajadores deben obedecer las<br />

órdenes "of frresponsible masters, intent on their own pleasure or their own<br />

gain".

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