socialismo
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CAPITULO m<br />
Organización social y constitución política<br />
t.-VIOLENCIA y CONTRATO EN LA POLITICA<br />
La supremacía del principio de fuerza, naturalmente, no se extendía<br />
sólo a la propiedad. El espíritu, que sólo tiene confianza en la fuerza<br />
bruta y que busca las bases de la salvación pública, no en la tolerancia<br />
mutua, sino en los conflictos incesantes, penetraba toda la vida del pueblo.<br />
Las relaciones entre los hombres se regían conforme al derecho<br />
del más fuerte, es decir, según la negación misma del derecho. No hay<br />
paz, cuando mucho hay un armisticio.<br />
La edificación de la sociedad se consigue partiendo de los grupos<br />
más pequeños. El círculo de los que se reunían para observar entre sí<br />
la paz era, en un principio, muy restringido. En el curso de los siglos<br />
se extendió poco a poco, hasta que la comunidad del derecho de gentes,<br />
el grupo más grande de paz y de derecho, hubo englobado a la mayor<br />
parte de la humanidad, y sólo excluyó a los pueblos semisalvajes que<br />
viven un grado inferíor de civilización. En el interior de esta comunidad<br />
no había alcanzado en todas partes igual fuerza el principio de los acuerdos<br />
mutuos. El acuerdo se realizaba mejor en lo que se refería a la propiedad.<br />
Donde se encontraba menos realizado era, al contrario, en el<br />
terreno de los problemas concernientes a la soberanía política. En lo que<br />
interesa a la política exterior, el acuerdo se reduce, hasta hoy, a limitar<br />
el principio de la fuerza cuando se imponen ciertas reglas a la guerra.<br />
Con excepción del procedimiento recíente del tribunal de arbitraje, las<br />
diferencias entre Estados se arreglan todavía según las formas que los<br />
más antiguos procedimientos de justicia tenían en uso. La decisión por<br />
medio de las armas ha sido, esencialmente, el procedimiento que las dirime,<br />
quedando entendido, no obstante, que, como en los duelos judiciales<br />
de las antiguas costumbres del derecho, el combate está sujeto<br />
a ciertas reglas. Sería inexacto, sin embargo, pretender que en las rela·<br />
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