Cuaderno Anastasio Aquino.pdf - El Socialista Centroamericano
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<strong>Anastasio</strong> <strong>Aquino</strong>: Recuerdo, Valoración y Presencia<br />
con ocasión de la crisis de los 30 y su sangriento corolario de 1932.<br />
La gesta de <strong>Aquino</strong> tenía que fracasar. No es fatalismo orientalista el<br />
que me impulsa a afi rmar esto, ni es tampoco el cómodo conocimiento<br />
de los hechos que culminaron con su derrota, sufrida aquel 28 de febrero<br />
de 1833, en San Juan Nonualco, cerca de la Villa de Zacatecoluca.<br />
La resistencia fue heroica, encarnizada y suicida en aquellos hombres<br />
que morían matando con el fusil y el machete, bajo el conocido grito<br />
de batalla de su jefe: “CIEN ARRIBA Y CIEN ABAJO”, y “¡ADENTRO<br />
VALIENTES SANTIAGUEÑOS! ¡LA VICTORIA ES NUESTRA…!”<br />
No me corresponde relatar los detalles del combate, ni sus resultados<br />
inmediatos, en que las triunfantes tropas gobiernistas sometieron a una<br />
horrible masacre a los indígenas derrotados.<br />
<strong>El</strong> juicio que emito sobre las causas determinantes que condujeron<br />
a la derrota total del movimiento de <strong>Aquino</strong>, movimiento de iguales<br />
relieves y motivaciones al de Túpac-Amaru, en Perú, es el siguiente:<br />
el movimiento de <strong>Aquino</strong> no galvanizo a los sectores lógicamente<br />
revolucionarios de la ciudad. De haberlos arrastrado a la lucha de<br />
transformación de las condiciones de vida y trabajo en el campo, la<br />
gesta de los nonualcos habría puesto la piedra angular para una reforma<br />
agraria, que rompiera con el feudalismo heredado de la Colonia.<br />
Pero como afi rma Ayala Mercado, sociólogo boliviano: “…la<br />
independencia solo alcanzo a resolver problemas político-económicos<br />
inmediatos de “doctores” y terratenientes. <strong>El</strong> indio permaneció en su<br />
condición de “siervo de la gleba”, y la tierra petrifi cada en el sarcófago<br />
feudalista. Por eso, en el plano de la perspectiva histórica, aparece<br />
como un movimiento incompleto, planteo la revolución nacional<br />
burguesa, pero no pudo llevarla hasta el fi n. En lugar de destruir el<br />
feudalismo colonial, se limito a acoplarle con lirico entusiasmo, un<br />
demoliberalismo de trasplante” 34 .<br />
De esa opinión, tan bien cimentada, inferimos que los sectores<br />
lógicamente revolucionarios de la ciudad no respondieron a aquella<br />
rebelión indígena, por cuanto en las mismas no había madurado su<br />
conciencia de clase, y por su falta de visión política, que se ahogaba en<br />
verbosidad intransigente.<br />
<strong>El</strong> “revolucionarismo” del criollo separatista era de pose de discurso<br />
y salones de tertulia.<br />
Mariátegui afi rmo en sus “Siete ensayos sobre la realidad Peruana”,<br />
“que la independencia encontró al Perú retrasado en la formación<br />
de su burguesía”. Tal afi rmación es certera para nuestro medio<br />
centroamericano.<br />
Insistiendo aun más en la constitución ideológica y económica de<br />
los que realizaron la independencia de Centro América, y haciendo<br />
nuestro el pensamiento de J. Carlos Mariátegui y del Dr. Ernesto Ayala<br />
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34 “Revista Jurídica”, ya citada.<br />
<strong>Cuaderno</strong> No 19 de <strong>El</strong> <strong>Socialista</strong> <strong>Centroamericano</strong>